Yo, Arem Holf, me comprometo a que
todo lo narrado aquí es veraz y, si algo falta a ello, es porque he
sido víctima de un engaño o mala interpretación de los sucesos.
Séptima jornada
Una vez alcanzamos “Fuerte William”
y se hicieron las debidas presentaciones se nos explicó sin mucho
detalle en qué consistían los juegos para las sucesión. También
indagamos por alguna forma de regresar a nuestras tierras. Tras solo
recibir respuestas vagas y alguna promesa de Willpath acabamos
aceptando ayudarlo en los juegos por la sucesión, aunque aquello
parecía que se convertiría en una masacre.
Nos repartirnos el trabajo de
entrenarlo para ser el líder que buscaba el padre entre sus treinta
y tres hijos. Nathalien lo instruiría en filosofía, pues un buen
gobernante debe ser justo; el Bravo lo instruiría en táctica, pues
un buen general debe ser astuto; yo lo instruí en el acero y las
artes de la corte, pues un líder debe ser audaz. Mientras, Curufigüe
exploraría los templos de Fharlangh en busca de una salida de aquel
lugar.
Tras los primeros días de
entrenamiento comenzamos con un plan para granjearle una buena fama a
Willpath, así como el respeto de quienes serían sus vecinos cuando
lo pusiéramos en el poder —no nos cabía la menor duda de que así
sería—.
Para lograr esta buena fama nos
hicimos con buenas sobrevestas que nos dieran una aspecto uniformado
y una brillante armadura para que Willpath tuviese todo el aspecto
del líder en el que se estaba convirtiendo; luego, nos enteramos de
qué lugar necesitaría la intervención de un héroe.
El condado de Balacruf, vecino del de
Willcox, fue siempre un lugar de tierras negras plagadas de muertos
que regresaban de sus tumbas; en otras palabras, el lugar perfecto
para forjarse un nombre. Hasta allí nos dirigimos; por el camino
conocimos grandes ciudades y hasta una orden de caballeros de Pelor,
pero dejamos atrás el turismo para llegar al lugar más afectado.
La ultima ciudad del condado de
Balacruf tenía por nombre El Fin, donde el propio conde Azrael
residía; estaba siendo asolado por una plaga mágica que hacía
enfermar a sus gentes, para luego hacerlas volver de la tumba.
Allí nos dividimos en dos grupos;
Nazaliel investigó por la zona con la ayuda de Cufigüe, mientras el
Bravo y yo acompañábamos a Willpath a visitar al conde Azrael.
Puedo comprender que, en tiempos duros como aquellos, los modales se
pierdan, mas en este caso se llegó a una falta de respeto absoluta
negándonos el portar nuestros símbolos de estatus. Además, nos
sorprendió una tormenta mientras nos hacían esperar en sus salas
mal iluminadas.
El dialogo duró poco y el conde
aceptó nuestra ayuda, así que nos reagrupamos y comenzamos por
explorar el cementerio. No tardamos en encontrar un doble fondo en
una cripta que conducía a una red de túneles que conectaban el pozo
del que bebía El Fin con lo que luego descubriríamos era una torre.
En la base de esa torre dimos con un
almacén custodiado por unos guardias del conde; al parecer estaban
hechizados de algún modo. Tras reducirlos exploramos parte de la
torre, pero un juego de ilusiones nos hizo acabar fuera de ella;
además, un poderoso encantamiento la ocultaba de la vista.
Regresamos a El Fin para planear
nuestro siguiente paso. Conocíamos la fuente del problema, pero
necesitábamos atrapar al autor, así que nos ocultamos en las
inmediaciones del pozo y en paso inferior para sorprender a cualquier
persona sospechosa; para nuestra sorpresa una marabunta de ratas se
arrojó a las aguas.
El Bravo y yo corrimos al lugar del
que provenían las ratas, para ser sorprendidos por una explosión de
fuego mágico —Sutr siempre se alía con los perversos—,
sobrevivimos por pura fortuna, pero con Tyr de nuestro lado las
heridas se cerraron tan rápido como se abrieron. Sabedores de que
perseguíamos al culpable, redoblamos nuestros esfuerzos hasta la
torre protegida por la magia de aquel hombre demente.
Nos reagrupamos de nuevo y nos
adentramos en la red de túneles subterráneos. Allí, aquel
nigromante lanzó contra nosotros una hueste de zombis que no fueron
rivales digno para nuestros aceros guiados por el Dios Manco.
Finalmente lo acorralamos en lo alto de su torre. Como ya he dicho,
teníamos a los dioses de nuestro lado y la justicia fue servida.
Nota: La idea original, así como los personajes que no son Arem no me pertenecen. Esto la adaptación de una partida de rol.
¡Muy bueno! me ha encantado tu blog y me he suscrito a él :)
ResponderEliminarYo tengo un blog sobre fantasía, ciencia ficción y leyendas donde publico mis relatos y poemas, música, información sobre historia, películas, libros y series... Te invito a visitarlo y suscribirte si te resultase interesante :)
http://donde-los-valientes-viven-eternamente.blogspot.com.es/
¡Un saludo, nos leemos!