lunes, 26 de octubre de 2009

La Sonrisa del Arlequin I

I

            Los ojos de Alai-Cieln Naibel Dorin miraron fríamente a los mon-keigh capturados, la mayoría bajó la mirada, uno de ellos la mantuvo firme e impasible, desafiándole. Un segundo no apartaba los ojos de este primero. Finalmente, la pareja de marines lo miraron con odio.
 
            Alai-Cieln caminó frente a ellos lentamente, buscaba que grabaran en sus retinas su aspecto. Alto, fuerte, con una larga melena dorada que caía sobre sus hombros, ojos azules, delicadas cejas que se contraponían a lo aguzado de sus pómulos. Su boca era pequeña con labios finos y pálidos. Sus dedos eran largos y por ello parecían más huesudos de lo que correspondería a un Eldar de su constitución. Vestía una túnica bastante escueta que mostraba su pecho, le encantaba mostrar su espléndida forma física, y calzaba unas simples chanclas.

            Se detuvo frente a los marines. Aún en condiciones normales tendrían que mirar para arriba si quisieran mirarle a la cara, pero ahora los habían despojado de sus armaduras y los mantenían de rodillas con las manos inmovilizadas a su espalda.

            Alai-Cieln no alcanzaba a comprender la totalidad de los planes del vidente Alai-Fennairm pero había salvado las vidas de los mon-keigh en aquel planeta infestado de orkos, por ello ahora una cantidad ingente de vidas de esa raza se encontraban abordo. Lo único que le encontraba un valor estratégico era esa precaria navecilla donde habían llegado los marines. Pero Fennairm veía mucho más allá del común de los Eldar. Cieln podría urdir un plan intrincado pero no sabría de los giros del destino, así es que con los años había aprendido a confiar en cierto grado en sus intrigantes consejos.

            Le mantuvo la mirada unos momentos y se dirigió al marine en un Gótico rudimentario:

            —No hablo bien tu idioma, pero espero que comprendas esto.
            —¿El qué? escoria xenó —interrumpió el marine–. Que sois unos caprichosos, Fingís salvarnos para luego apresarnos, no xenó, a mi no me engañas —el enorme hombre se había incorporado.
            —Lo que veo es que tu mente esta confuso... perdón, confusa. Si quisiéramos veros muertos nos hubiéramos limitado a mirar como moríais patéticamente frente a esos orkos. Sin embargo, pagasteis nuestra ayuda con fuego de… daka daka... —el marine, preso de la rabia, trató de abalanzarse sobre el Eldar, pero el guardián que lo vigilaba lo obligó a clavar la rodilla en el suelo.

            Alai—Cieln sonrió disfrutando de la situación.

            —Suelo confundirme con el bolter de los orkos, son tan rudimentarios ambos —hizo una pausa—. Es evidente que no queréis negociar, ni entrar en razón. Miró al Eldar que los mantenía de rodillas—. Llevaos a esta escoria —dijo ya en Eldar a los guardianes.

            Cuando sacaron de la sala a los campeones del Emperador Alai-Cieln se dirigió al otro mon-keigh que mantuvo la mirada. 

            —Dime, humano, ¿también piensas que disparar contra tus salvadores era una buena idea?
            —No, al menos desde un punto de vista táctico.
            —Bien, supongo que como militar sabes lo que es obedecer órdenes.
            —Supones bien, xenó.
            —¿Tanto te cuesta pronunciar Eldar, mon-keigh? El idioma de tu raza es tan burdo y sencillo que muchos lo aprendemos como parte de nuestras sendas de la guerra, como el orko. Sencillos y carentes de vocabulario. Con la infinidad de razas que habitan la galaxia, solo tenéis una palabra... así nunca... —Dijo con fingida molestia en tono paternal.
            —Para xenó, soy tu prisionero, no alguien al que puedas aleccionar.
            —Magnífico, perspectiva... ¿quieres que vaya al lunar?
            —Se dice grano, xenó. Y sí, es lo que quiero.
            —Bien, como dije, sigo órdenes. Debes elegir quien vive y vuelve al imperio.
            —¿Donde esta la trampa xenó?, si fuese así diría que todos.
            —Puedes elegir entre los civiles, los marines o tus hombres. Si no hubieseis abierto fuego... tantas vidas malgastadas... —dijo ahogando una mezcla de furia y dolor—. Ahora mismo estaríais en Terra rezándole al emperador o esas cosas que hagáis los mon-keigh.
            —Ni los civiles ni la guardia son responsables de esa acción. 
            —Y... ¿los marines aceptarían que sus acciones condenaron a todas esas vidas? —preguntó Alai-Cieln con tono de saber la respuesta.
            —Ellos no las valoran del mismo modo, creerán que murieron por el emperador.
            —Entonces... ¿sacrificarías a los marines?
            —No puedo elegir... son demasiadas vidas... —el hombre bajó la mirada con aire derrotista.

            Alai-Cieln se irguió al ver entrar al vidente Alai-Fennairm. Este le habló en su idioma natal.

            —¿Que han elegido?
            —No se ve capaz.
            —Solo necesito unos pocos, ofrécele el sacrificio personal.
            —Como gustéis mi vidente.

            Alai-Cieln posó la mano sobre el hombro de aquel hombre.

            —Hay una opción de que salves a todos.
            —Realmente sois perversos, nos engañáis para que aceptemos vuestros planes... no me engañas, pero si con ello los salvo... —tragó saliva—. Quiero tu palabra Eldar.
            —Tú y un grupo de voluntarios os quedareis aquí. Tienes mi palabra, seréis mis invitados —dijo con un tono frío como el hielo.
            —Cuente conmigo mi señor —se apresuró a decir el joven que lo observaba. El hombre sonrió frente a la fidelidad del recluta, cerró los ojos y asintió con la cabeza levemente.

            Alai-Cieln hizo un gesto a los guardianes para que los soltasen. Luego tendió una mano al hombre.

            —Mi nombre es Alai-Cieln Naibel Dorin, Y estás abordo de una astronave del mundo de Alaitoc.

lunes, 19 de octubre de 2009

La luna y la daga. I

El Rechazo

El pueblo Eldar siempre tubo por mayor defecto la arrogancia. Esto les costo su domino de las estrellas, sus dioses y su exilio a los mundos astronave. También son un pueblo estoico y valiente, cuando todo estaba perdido consiguieron prevalecer y ahora se enfrentan a un terrible enemigo ademas de los ya anteriores a su caída. Pero ahora con el tiempo de la humanidad en declive toda la galaxia arde en las llamas de la guerra, los humanos presa de el ferro control de los siervos del emperador lucha en cientos de frentes guiados por una fanática inquisición negándose a escuchar a cualquier otra raza de la galaxia. Por eso mismo los orgullosos Eldar que ven con ojos tristes como esta raza conduce hacia la destrucción total la galaxia. Por eso los tildan de mon-keigh una ancestral raza que asolo la galaxia y los Eldar tuvieron que combatir hasta su exterminio.

Ahora los mon-keigh ocupaban, expoliaban y destruían uno de los planetas que Eldar habían tejido hacia eones, estos mundos vírgenes fueron modificados para albergar las vida por los antepasados Eldar antes de su caída. Ahora olvidados en las profundidades de la galaxia a veces son tomado por otras razas invasoras. Dado que estos son los últimos planetas del antiguo reino Eldar estas intromisiones son severamente castigadas. En una de estas guerras era en la que estaba envuelta el mundo astronave de Biel-tan, era la hora del golpe final. No podían fallar, debía ser ejemplar y desolador, solo los muertos y las ruinas contarían la historia de los intrusos a su emperador.

El Concilio de Brujos se hallaba reunido en torno al vidente Biel-Eltnail Net´la. La situación era complicada y la inminente batalla necesitaría del mayor poder que podía ofrecer el mundo astronave de Biel-tan, tendrían despertar al avatar, los restos del antiguo dios de la guerra Eldar podía volver a caminar sobre los mundos durante breves periodos de tiempo, pero en esos momentos nada podía interponerse en su poderosa voluntad, su mera presencia volvía a los ya valientes guerreros de la senda en impasibles espíritus de la destrucción. Ahora debatían quien sería el Joven Rey, que es un valeroso guerrero que se sacrifica para dar su fuerza vital y así animar al poderoso avatar..

Tras largas deliberaciones la plenitud del consejo había aceptado tal sacrificio pero dada la falta de tiempo no se había buscado un voluntario y encontrá de la tradición el consejo decidía quien recibiría el, ahora dudoso, honor.

Entre los brujos y videntes de menor rango que formaban el concilio se hallaba Biel-Druonn Ceb´la, como psíquico apenas destacaba para el rango que poseía, pero poseía un ingenio y astucia sin igual cuando se trataba de discernir sentimientos e intenciones. Lo cual lo convertía en un magnifico detective. Las premoniciones eran complicadas de entender a la perfección y no siempre eran precisas en todos sus términos, así que estas habilidades le servían para de un modo más común adelantarse a las acciones de los demás. Generalmente la gente con estas dotes recorría otras sendas, pero Druonn siempre ansió la posición política de la que gozaban los videntes, aun que no la había alcanzado por su falta de potencial psíquico, su voz como brujo era respetada. Aun así no dejaba escapar las oportunidades de crecer, Druonn conocía la relación de Nathei, hija del bien posicionado Eltnail, con el guerrero Altheniar, también sabía que no la aprobaba y que brindarle la oportunidad de eliminarlo de la ecuación sin ser el quien lo propusiera lo encandilaría.

Eltnail dado que poseía la ultima palabra sobre las decisiones del consejo, este poder le era dado porque sus premoniciones y adivinanzas debían estar siempre por delante de las del consejo, este solo servia como una segunda opinión sobre estas. En la practica las decisiones solían negociarse hasta que la mayoría del consejo estuviese de acuerdo. Pero en esa ocasión Eltnail llevaba rechazando todas las propuestas, no parecía ser capaz de condenar a nadie a esa pena. Druonn dejó que la situación se tensase hasta agotar la paciencia del los presentes. Y finalmente se pronunció para salvar la situación, librar al padre del molesto amante de su hija y ganarse el favor del vidente.

- Vidente Eltnail, a lo largo de esta, ya larga, sesión de deliberaciones hemos visto muchos nombres, todos de valientes guerreros que aceptarían gustosos. Pero los ha rechazando por motivos que escapan a nuestra mente. Nadie mejor que usted para conocer esos entresijos de los hilos del tiempo. Yo aun no me he pronunciado, como es evidente e reflexionado mucho sobre lo que voy a decir y he concluido que el más adecuado sería Altheniar. -Hizo leve pausa para que todos asumiesen lo que había dicho, miró rápidamente a sus oyentes y prosiguió. -Ese joven tiene demasiada rabia interior, prueba de ello es que la primera senda que a tomado al llegar a la madurez es la senda del Escorpión Asesino, con especial soltura con la espada.- Hizo otra pausa -Combate más aya de lo que los rituales pueden proteger el alma del Eldar frente a la del guerrero. Por eso no sería bueno que medrase más o iniciase otra. Es vulnerable al caos, no debemos facilitarle a un guerrero tan hábil, ya que antes o después este sucumbirá. Pero si le permitimos morir con gloria su alma inmortal podrá descansar junto a su bien amado Khaine
- Sólo es un muchacho con ardor guerrero.- Protestó la joven aprendiz Nathei.
- Y vuestro amante, ¿o acaso creéis que el consejo no lo sabe? ¡Por el amor de Asuryan, lleva tatuados los versos de venganza de Khaine! Está condenado a traspasar el límite, no hacen falta predicciones poderosas para verlo.. Ésta es la forma de que al menos muera con honores. -Replico Druonn
- Está bien, así será. -Interrumpió Eltnail a la vez que se ponía de pie- Y tú, Nathei, no debes dejarte influenciar por tus sentimientos. -Dijo en tono conciliador.
- Pero, padre... -Una lagrima recorrió la mejilla de la joven.
- Ahora no soy tu padre, soy el vidente que vela por este mundo astronave. Sabes que debes aprender a diferenciarlo. El no hacerlo te vuelve débil. Y lo peor para nuestro pueblo, haces que yo me debilite y descentre. -El vidente retomó la compostura y se dirigió a la sala. -La decisión esta tomada. Que todo se realice según las tradiciones, no es necesario que nadie más sepa los pormenores de las acciones del consejo. Ahora poneos en marcha, hay mucho por hacer.

Los brujos y videntes se levantaron para salir en silencio, en cuanto el ultimo cruzó la puerta el murmullo de los disentían de la decisión se perdió por los pasillos. La sala quedo en silencio y padre e hija se miraron unos instantes. Entonces Nathei rompió a llorar un mar de lágrimas. Eltnail se acercó a su hija y la arropó con su brazo.

-¿Por qué tanto llanto? Mi hija, mi bien. ¿Acaso no comprendes que es la mejor de las muertes? No tendrá que yacer para la eternidad en una joya.

Enjugándose las lágrimas con las mangas de la túnica la muchacha miró a su padre.

-Eso que dices es mentira, no lo has dudado ni un instante, ya habías decidido mucho antes comenzar...
-¡Hija!, ¿acaso osas sugerir que antepuse mis intereses a los de Biel-tan? -Se levantó indignado -Me ofende de sobremanera.

Nathei se levantó y salió corriendo, cuando llegó a la altura de la puerta se giró y gritó desesperada:

-¡Pues vas a matar al padre de mi hijo!

Luego siguió corriendo para no volver a verlo. Eltnail tomó un asiento y allí permaneció sentado, como si de una estatua se tratase. Para los Eldar una de las mayores bendiciones es la llegada de un nuevo miembro a la familia. Ahora, el lo había privado de padre y ademas alejado a su hija, el ultimo rastro de su linea de sangre. Su madre murió hacía años dejándolos solos. Eltnail enterró su rostro entre sus manos y lloró desconsolado.

El brujo Biel-Yelk Lium era un hombre mayor, bajo incluso para su raza, y su pelo se había vuelto gris con el paso de los años, pero en su piel apenas aparecían algunas arrugas como marcas de expresión, sus ojos grisáceos brillaban con inteligencia. Bestia una intrincada armadura rúnica, de colores blancos, verdes y con algunos dorados. Varias gemas la adornaban y más de un centenar de runas la grababan. Caminaba entre el guardián de almas Biel-Ciet Al´ric y el exarca de los Escorpiones Asesinos Biel-Zennian Beild. Yelk. El primero era un varón de pómulos anchos y mirada nerviosa, juegueteaba con las mangas de su túnica mientras avanzaba un paso por detrás de los otros dos, era fácil deducir que no estaba cómodo con la situación, el segundo se erguía regio en su impresionante armadura, esta lucía impecable demostrando el buen hacer del Cantor del Hueso Espectral que había detrás de esta obra, descansaba una mano sobre el pomo de su espada mientras que con la otra gesticulaba, ni estos gestos ni su voz hacían notar su preocupación, pero la insistencia de sus palabras en que ese no era el proceder delataban sus intenciones. La comitiva se había formado con cuidado, un brujo temeroso del consejo y con la mente cansada como para tener perspectiva propia, un guardián de almas introvertido e inexperto en sus funciones y un rango superior de la senda que no conocía en persona al guerrero. Aun así ninguno se mostraba cómodo con las prisas y las irregularidades de sus ordenes.

La comitiva camino por los pasillos de los bloques de viviendas hasta la puerta de Biel-Altheniar y llamaron, este les abrió la puerta con cara sorprendida. Antes de que pudiera mediar palabra Biel-Yelk comenzó a hablar.

-¿Vos sois el valeroso Biel-Altheniar Fuinar. Guerrero de la senda del escorpión asesino?
-Si, así es, noble Brujo.
-Me enorgullece tu valor y determinación al tomar tan honrosa determinación. -Dijo en tal tono que más buscaba que lo escuchasen los transeúntes que el hombre con el que conversaba.
-No se de que habláis, pero creo que sera mejor tratar el tema en privado. -Repuso Biel-Altheniar mientras permitía se echaba a un lado invitando a entrar con un gesto de la mano.
-Si, supongo que deseareis cambiaros en privado.

Cuando entro el ultimo de la comitiva la puerta se cerro y el brujo tornó a una expresión más seria.

-Has sido nombrado Joven Rey. Así que vístete con las galas. -Biel-Ciet le tendió una delicada túnica de color blanco, con unas hiedras verdes a modo decorativo.
-¿Nombrado? ¿Desde cuando se nombra o concede tal honor?
-Nuevos tiempos joven guerrero, debemos adaptarnos a la guerra. Ella no cambiara por nosotros.
-¿Adaptarnos? He vuelto del frente hace solo unas horas, me mantuve informado. La presencia del Avatar no es necesaria. -Mientras hablaba busco la mirada del Exarca. -Vos debéis saberlo de primera mano. Alguien debió cometer un error, sabio Brujo.
-No, joven, las tornas han cambiado.
-La escoria de los mon-keigh a puesto en marcha una de las estruendosas maquinas de guerra. Un Baneblade, como sabrás se trata de un carro de combate super pesado. -Intervino Biel-Zennian.
-¿Desde cuando esas arcaicas maquinas son un problema para los cañones D o los Dragones Llameantes? -Replico Biel-Altheniar con congoja en la voz
-Costaría muchas vidas Eldar detener esa maquina, pero con tu sacrificio esto cambiaría, no solo las salvarías. Si no que con la mera presencia de Khaine abandonaran ese monstruo mecánico, dejándolo a nuestra merced no solo recuperaríamos nuestro planeta, si no que el imperio sufriría un duro revés y en un futuro esa maquina no podrá herir a más hermanos Eldar...
-Si nuestro dios nos perdona la falta de pulcritud en los ritos... si se salvan todas esas vidas... -Dijo mientras bajaba la mirada Biel-Altheniar.
-Solo una cosa más Joven Rey -Se apresuro a decir Biel-Ciet- debes dejar tus armas aquí.

Biel-Altheniar se limito a asentir con la cabeza

Tomo las galas ceremoniales y caminó con pesar a su cuarto. Allí se mudo y escribió entre lagrimas una carta de despedida para su amada. En ella le pedía que guardase su espada y la entregase a su hijo. La envolvió en una tela de seda y junto a la carta se la dio al Guardián de Almas sin mediar palabra.

La comitiva avanzo en silencio hasta las puertas de la cámara donde descansaba el Avatar de Khaine, allí el vidente Biel-Eltnail y su corte de Brujos comenzaron una breve oración al dios dela mano ensangrentada, mientras el Joven Rey recorría con la cabeza bien alta los últimos metros que lo separaban de su destino.

Entró en la cámara y tras él se cerraron las puertas. Hacía un calor asfixiante. Caminó con paso firme por una estrecha pasarela. Bajo ella un lago de metal fundido, enfrente el trono desde el que el avatar lo miraba inquisitivamente, era una mirada vaciá de todo sentimiento, se clavaba en el y junto con los gases, el incesante calor le hacían perder la consciencia, veía borroso y la barrera entre realidad y sueño se desdibujaba. Perdió el contacto con el suelo, a su alrededor solo veía el profundo espacio, cada paso era como caminar dentro del agua, pero su determinación no le falló y alcanzó el pie del trono que flotaba en medio de la nada.

Avanzó hasta el coloso e hincó una rodilla en el suelo inexistente, ofreciendo su arma ritual, mirando al suelo y apretó los dientes a la espera de un terrible dolor. El calor evitó que una lágrima mojase su rostro. El dios se levanto de su trono y camino alrededor del guerrero, parecía encogerse hasta alcanzar una altura similar a la del Eldar.

-Levanta, Altheniar, y muéstrame esos tatuajes que te condenan a esta muerte. - Sorprendido, el Eldar mostró su pecho. - Oh, ¿cómo la mejor de mis poesías puede ser tan letal como mi espada?- La voz del dios resonó jocosa y llena de un poder sin límites, sus ojos brillaban como ascuas en la noche.

Acercó su mano ensangrentada al pecho del Eldar y grabó con sangre runas de odio en su pecho. Un dolor indescriptible lo obligó a curvar la espalda. Como una res marcada con el duro hierro, se desplomó dolorido. Khaine volvió a crecer y ahora brillaba como un centenar de soles, son un fuego frió que en una llamarada lamió la sangre de las runas y las convirtió en tatuajes. Tras esto se sentó.

- Podría tomar tu alma y caminar a la batalla, pero tengo algo más grande para ti. Ve, vive, y dile a esos cobardes del Consejo que hoy sólo podrán valerse de lo que les instruí. Te culparán de ello, pero no seré yo quien trunque tu futuro porque alguien te envidie.
- Como ordenéis, mi señor, eso haré. -Dijo con un terrible esfuerzo de voluntad.
- Bien hijo mio, bien. Se que lo que te espera sera duro y largo. -La voz de su dios era reconfortante- Pero quiero que sepas que tu hijo crecerá sano y orgulloso de su padre.
- Gracias mi señor, me dais fuerza para cualquiera que sea mi destino.
- Espero que así sea... espero que así sea... la voz de su señor se desvaneció al igual que su consciencia.

Cuando se recupero se encontraba tendido sobre la fría nieve, aturdido se levantó. Le dolía la cabeza, el pecho le ardía y tenia las articulaciones entumecidas. Se llevó la mano al pecho y fue entonces cuando se percato de que tenia puesta una armadura.

Todavía conmocionado observó a su alrededor, había un rifle de precisión, una pistola shuriken y una capa de camaleonina. Lo habían abandonado, con el equipo de un vagabundo, sin siquiera poder decir adiós a su amada, o sus armas. Como si de escoria se tratase, solo en un planeta helado y con el equipo de los que no quieren vivir con su raza. Lo habían convertido en un desarraigado, un paria... un desterrado. Contuvo la ira y recordó las ultimas palabras de su señor Khaine. El también deseo que así fuese.


Bueno, tenéis por ahí la versión vieja si queréis comparar los cambios. Creo que me a quedado mucho mejor, pero casi mejor comentáis y me dais vuestra opinión.

See U in Battle.

sábado, 26 de septiembre de 2009

La luna y la daga. Pre-cuela

Hola gente, hoy os traigo la pre-cuela de La Luna y La Daga. Si la cosa marcha en un par de días pondré las revisiones de los capítulos ya subidos. Eh procurado ir explicando un poco más del trasfondo donde se desarrolla para que no sea tan árido. Eso si, es desde el punto de vista de los Eldar. Espero que os guste, aunque el principio es algo ñoño, pero creo que es un buen modo de presentar al personaje y sus motivaciones, orgullos y de más.

El descanso del guerrero

Biel-Nathei Net´la esperaba ansiosa frente al portal warp, llevaba esperando este momento meses desde el último encuentro que había tenido con Biel-Altheniar Fuinar, pero hoy estaba todavía más expectante su amado volvía después de su bautismo de fuego, una última prueba antes de ser considerado un Escorpión Asesino, un culto de guerreros especializados en el combate cuerpo a cuerpo, sigilo e infiltración. El entrenamiento los había distanciado en el espació, pero sus sentimientos ardían como el primer día, pero ahora se verían con más frecuencia, conversarían, se abrazarían y podrían al fin vivir su romance.

Emocionada como estaba, había llegado casi una hora antes de lo debido al lugar y caminaba inquieta. Según se fue acercando la hora aparecieron más Eldar, la mayoría mujeres, pues las sendas de los guerreros solían recorrerse casi en exclusiva por hombres con algunas excepciones como la del Espectro Aullante formada en su practica totalidad por mujeres.

Esto era debido a las enseñanzas de Khaine el dios de la mano ensangrentada, el había enseñado a luchar a los Eldar hacia mucho tiempo, formando las primeras sendas, guerreros increíblemente ágiles y especializados. Pese a que enseñó a toda la raza por igual, esta ha ido adquiriendo esta tendencia, aunque por lo general el individuo no es el mismo o la misma que el guerrero. Antes de la batalla y para preservar sus almas los Eldar realizan una serie de rituales que los aislá de los horrores de la guerra y pasan a convertirse en guerreros de la senda.

Además, debido que venían de la batalla, muchas familias esperaban el retorno de sus familiares y como algo inamovible en casi todas las razas, las madres siempre eran las primeras en aparecer.

Cuando sólo faltaban cinco minutos la sala estaba llena y la tensión envolvía el ambiente. Nathei se alegró de tener un puesto entre las primeras filas. Su pulso se aceleraba y la impaciencia se adueñaba de ella.

El portal formaba medio arco y en su punto más alto una gran punta adornada con una gran gema comenzaba a condensar la energía; cuando ésta se cargó por completo, proyectó un rayo hasta el centro del portal y éste comenzó a expandirse hasta formar un resplandeciente óvalo, por él salió el Autarca Biel-Kilmeth Olnev. Como era tradición, y por no hacer esperar a las familias de las víctimas, se entregarían las gemas del alma de los caídos. Estas gemas albergaban las almas de los Eldar muertos para que no fuesen absorbidas por los demonios de la disformidad y torturadas por toda la eternidad.

Con tono solemne comenzó a recitar los nombres de los héroes, apenas habían caído unos pocos, aun así cada uno era una tragedia para una raza tan poco numerosa.

Dada la avanzada tecnología que poseían podían cerrar las heridas más graves en apenas una horas, pero seguían sin poder hacer nada cuando ya había acontecido la muerte médica.

Cuando hubo terminado y entregado las joyas espirituales a sus familiares, los victoriosos guerreros atravesaron el portal, pese a la tristeza por los camaradas caídos, marcharon llenos de orgullo. Habían prevalecido, portaban la victoria a su mundo astronave y hoy serían los héroes.

Cuando Biel-Altheniar Fuinar salió por el portal, vestía la resistente armadura del Escorpión Asesino, portaba sus armas y sostenía su yelmo con mandilasers en su brazo derecho. Recorrió con la mirada la amplia estancia hasta que vio a su amada Nathei, sus preciosos ojos azules brillaban por la emoción. Era una hermosa mujer, de algo más de un metro sesenta, con una larga melena rizada de color dorado con reflejos cobrizos, la llevaba recogida en unas largas trenzas a la espalda unidas por un coletero enjoyado. Tenía una delicada figura bien torneada, cubierta por una delicada túnica con un leve escote, sobre su pecho brillaba su joya espiritual, la túnica se abría a la altura de las rodillas permitiendo ver las esbeltas piernas, calzaba unas sandalias y en su tobillo izquierdo tenía una delicada cadena de brillante plata.

En aquel instante un centenar de parejas corrieron a abrazarse, Altheniar y Nathei no fueron menos. Cuando estuvo cerca se lanzó a sus brazos y Altheniar la recogió, se besaron durante un momento que les pareció eterno.



Unas horas más tarde, cuando el guerrero ya había podido quitarse la armadura, asearse y comer algo, los amantes disfrutaban de su intimidad. Nathei yacía dormida en la cama, cubierta por una delicada sábana de seda, que marcaba la suavidad de sus curvas.

Altheniar la observaba apoyado en el marco de la puerta, vestido solamente con unos pantalones de pijama. Había soltado su larga melena negra y lisa, tenía unos rasgos marcados y las orejas algo más puntiagudas que la media de los Eldar. Medía algo más de un metro setenta, rozando casi los ochenta. Estaba en buena forma, como fruto de su entrenamiento su cuerpo era bastante musculoso para su raza, sin embargo a los ojo de un mon-keigh sólo sería un hombre fibroso, en su pecho con refulgentes tintas estaban tatuados los versos de venganza de Khaine, en su antebrazo derecho la runa que identificaba a los Escorpiones Asesinos, a partir de ella y rodeando el antebrazo las runas que nombraban el planeta y el templo donde recorrió la senda. Trepando por sus gemelos unas zarzas verdes, símbolo de su mundo astronave. Pese a su poca experiencia como guerrero diminutas cicatrices salpicaban sus manos, torso, brazos y piernas. Pese a que los entrenamientos se hacían con protecciones, ya había participado en pequeñas refriegas donde se empleaban armas reales, así como en las cazas rituales, que se llevaban acabo sin armadura contra animales salvajes.

Caminó hasta la cama y despertó con un beso a Nathei, ésta se revolvió para ponerse boca arriba y se quedó mirándolo durante unos segundos.
-Altheniar, hay algo que deseo decirte, al poco de que te marchaste.
-Dime, sabes que siempre tengo oído para tu dulce voz. ¿No será otra vez algo sobre tu padre?
-No mi amado, de hecho creo que podría cambiar su actitud.
-¡Oh! ¿Qué buena nueva es esa?¿Qué es lo que puede permitirnos ser felices sin trabas? Dime, no me tengas en vilo. -Dijo Altheniar mientras se le iluminaba la cara.
-Bueno, no sé si estás preparado... pero a mi me ha costado asumirlo -Nathei tomó aire -Estoy embarazada. -Dijo soltando aire y sintiéndose como si acabara de quitarse un gran peso de encima.

Altheniar se sentó con un golpe seco en la cama y tardó unos segundos en reaccionar.
-Mi bien amada... eso es tan... por los dioses, soy tan feliz, nunca imaginé recibir tanta felicidad en tan poco tiempo.

La cogió de las manos y la beso profundamente.


See U in battle.

Pd: Dejad comentarios que sois unos sosos.

jueves, 3 de septiembre de 2009

El beso prohibido. beta 1

Los cristales de la habitación estaban empañados, hacía ya unas horas que no se renovaba el aire y éste mezclado con los vapores de la cachimba habían cargado el ambiente haciéndolo pesado y difícil de respirar. La estancia era pequeña, con las paredes empapeladas en tonos ocres y muebles de conglomerado. Una moqueta de un verde apagado cubría todo el suelo, en el centro una mesa pesada de metal sostenía la pipa y un par de sillones de terciopelo rojo raído la flanqueaban, en su pared oriental una puerta de madera oscura la separaba del resto del piso.

Sentados en sendos sillones se encontraba una pareja. En el más cercano a la puerta, un hombre de mediana edad se sentaba en el borde, apoyando los codos en las rodillas, se frotaba las manos mientras parpadeaba por el sudor que caía a chorros por su frente y le entraba en los ojos. Tenía una tez blanca y un tono de pelo rubio claro, los ojos eran azules. Vestía una camisa azul claro, que llevaba remangada con unos pantalones claros, se había descalzado al poco de llegar. Frente a él, y recortada por la poca luz que entraba de fuera, una hermosa mujer. Tenía una larga melena ondulada de un cobrizo brillante, sus cejas finas junto a unos labios finos y encarnados que sonreían delicadamente y unos brillantes ojos turquesa encajados en un rosto de perfectas facciones la envolvían en un halo de astucia. Con una figura perfectamente torneada se sentaba recostada, un traje negro se ajustaba a su figura mostrando un generoso escote y una falda ceñida que llegaba hasta las rodillas.

-¿Entonces, afirmas que el hombre creó a Dios? -Dijo el hombre estupefacto.
-Sí, es sencillo. Las partes del cerebro del ser humano donde se aloja la imaginación está muy próxima a una parte con un leve potencial psíquico.
-Pero, eso... ¿es suficiente para tal cosa?
-No, pero muchas ideas similares en muchas mentes generan una resonancia psíquica, cuando ésta llega a ciertos niveles la entidad llega a formarse. Ahora imagina si esta imaginación se alimenta con el miedo, el amor y la fe. Sólo con los miedos nocturnos de los niños han surgido entidades que se alimentan del miedo.
-Entonces, ¿qué pasa con los grandes miedos o deseos?

La mujer se inclinó hacia la mesa, dio una larga calada a la pipa y se recostó mientras exhalaba el humo.

-Bueno, de esa emanación que son los dioses surgieron otras criaturas menos poderosas que se fueron alimentando de los miedos, temores, vicios... En principio todo esto habitaba el mundo paralelo que se creó con esa emisión. La cosa es que con el aumento de la población mundial y la liberación de la moral ese velo que separaba los dos mundos se desmanteló.
-Eso es horrible, todos esos demonios corriendo libres por el mundo... -Interrumpió el hombre.
-No tanto, al ser un reflejo de los humanos, también cambió la existencia de éstos. Cuando el sexo, por ejemplo, dejó de ser un terrible pecado, los demonios que se alimentaban de él dejaron de ser necesariamente malvados. Así que todo se cubrió de tonos grises. Además, los demonios... pese a que busquen que el ser humano sea "perverso" -Dijo marcando las comillas con los dedos. -Sólo lo incitan a desearlo, eso los alimenta. Mientras, ellos viven los deseos de éstos. Si todos tuvieran una vida sexualmente sana, si sano es que logras todo lo que deseas, perderían poder. Todo se alejaría de esa zona donde la imaginación reina.
-Quieres decir, que...
-Sí, el hecho de que desees desesperadamente follarme me hace fuerte. De hecho, lo peor de todo es que, muy probablemente, esas personas a las que se les da tan bien escuchar y consolar sean descendientes de un demonio, ¿sabes? Porque, con todo este tiempo viviendo en la realidad con cuerpos carnales, ha hecho que los humanos se mezclen con su creación. Esa cosa tan bonita llamada empatía es un rasgo muy demoníaco.
-Pero es buena, no puede surgir del mal encarnado.
-Y vital si quieres saber cómo tentar a alguien.

El hombre hundió la cara entre sus manos.

-¿Qué hay del alma?
-¡Oh! Eso. Bueno, básicamente es ésa zona del cerebro. Cuando la entregas, sólo dejas que ese poder alimente directamente. Pero tranquilo, cuando mueres, sólo hace un bonito destello en el complicado espectro de las hondas psíquicas. Se funde con ellas y ahí se queda.
-Así que te he entregado mi alma, que era algo que iba a perder... a cambio de saber la verdad sobre la creación... No está tan mal.
-Es algo más complicado, pero bueno, también debes saber que desde hace poco, unos siglos. Nosotros, las criaturas de la imaginación, ya nos alimentamos directamente de lo carnal. En conclusión, que me desees, me des tu alma o me folles me alimenta. Llevas dos de tres... y la verdad la versión carnal es la que más disfruto.

La mujer apoyó las manos en los reposabrazos con ademán de levantarse.

-Espera, una última cosa y haré lo que quieras... Vuestros cuerpos, ¿cómo funcionan? ¿sois inmortales?
-Pues físicamente son muy similares, pero sus partes a veces no son necesarias. Puedo comer y beber pero eso no me alimenta. Tendría que expulsarlo todo claro, pero... Bueno cada uno es un mundo. Inmortales, así nos creasteis, aunque, como siempre, hay excepciones. Respecto a las drogas, podríamos elegir si nos afectan o no, pero sería más bien... como si nos dejásemos influenciar. No de una forma real. A mí en concreto me gusta sentirlas, dejar que me invadan. Ah, sí, no necesitamos dormir, pero cuando lo hacemos viajamos de sueño en sueño, no podemos tenerlos propios.
-¿Así que no tienes que comer, ni dormir y puedes drogarte sin límite?
-Sí.
-¿Y las heridas?
-Nuestros cuerpos se regeneran a gran velocidad.
-¿Y esos poderes de ensueño?.
-Tenemos muchos y variados. Por ejemplo, hoy me ves así, porque ayer mientras dormías hurgué en tu mente y averigüé tu mujer de ensueño...
-¿Tienes algún aspecto real?
-Sí...

La mujer se levantó y caminó lentamente hasta el hombre, se fue tendiendo sobre él y le susurró en el oído antes de empezar a morderle la oreja.

-...pero así te gustaré más...

La pareja comenzó a besarse apasionadamente. Las sienes le latían con fuerza, él nunca había estado tan excitado. Ella era perfecta, olía, sabía, se veía como él siempre había soñado.

Sus manos se deslizaron, aferrándola contra sí. Buscó su cuello y lo besó, ella soltó un leve gemido y agarró su cabeza tirando de su melena con una mano mientras con la otra bajó hacia su ...


Bueno, esto es algo con lo que estoy fozando, tendrá sus cambios pero mi idea es que sea un viaje a los pecados con dirección a los más ocultos. No se si subiré algo más o cómo quedará la cosa pero bueno. La idea es ésta.

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martes, 2 de junio de 2009

Cronicas de Mortiel. III

Buenas otra vez. Hoy continuo con Mortiel, es su peculiar narrar. Os lo advierto, esta es especialmente dura.

El trabajo consistía en la adquisición poco licita de unos tomos, teóricamente perdidos, que guardaban con generoso celo los herederos de lo que al parecer fue un gran mago.

Siendo sincero, el hecho de que el mago hubiese pasado a mejor vida me tranquilizaba bastante. No me gustan los magos, no sabes por donde van a salirte, ni hasta donde llegan sus poderes. De hecho lo mejor que puede pasarte es que sean del montón y se dediquen a lanzarte bolas de fuego o cosas así. Realmente me inspira más respeto un mago capaz de corromper mi cuerpo, como seria un nigromante.

Pero volviendo a mi narración, la familia vivía en su mansión a cuatro días de viaje a caballo. Según las fuentes de Lord Thunder apenas me debería encontrar con un puñado de guardas y lo más peligroso seria el cabeza de familia, era famoso por su habilidad con la espada. Hasta aquí, la cosa no parece más complicada que una “transacción de dudosa legalidad” común. Pero claro, eso podría haberlo hecho cualquiera que ponga un pie delante de otro. El cliente quería que además me burlase de la familia, ahora diréis. Bueno, no complica tanto las cosas, una notita con un par de chanzas... pues no, para ello debía hacer llegar al prometido de la mas joven de las hermanos su diario, donde reconocía haber perdido el virgo... con su ama de llaves. No, no quise averiguar la veracidad de esto. Y para poner la guinda en el pastel, los dichosos tomos estaban en la cripta familiar.

¿Veis como era un reto? Y como es evidente lo logre. Así que no debéis temer por mi integridad física. Con un puñado de raciones para el viaje, monte en veloz corcel, o almenos lo fue cuando era mozo. Pero aun así se mantuvo firme en el camino, permitiéndome alcanzar mi meta.

La mansión estaba guarnecida por unos muros de piedra, no muy altos, algo mas que un hombre sobre los hombros de otro. Un par de guardias vigilaban las puertas y almenos otras dos parejas hacían rondas por el jardín de la edificación.

Aproveche las ultimas horas del día para buscar un par de rutas de escape y genere un rastro falso por la más evidente. Cuando hubo caído la noche me escabullí por la parte trasera de la muralla, las patrullas se iluminaban con antorchas, lo que hacia que brillasen como enormes luciérnagas. Con cuidado y sin dificultad alcance el cementerio privado de la familia. Allí solemne se alzaba la cripta. Por el tamaño en su día debió ser el estudio del mago.

Como deberías suponer, la puerta estaba cerrada con llave y el oxido había inutilizado el mecanismo. Evidentemente esto afecto de igual manera los pestillos de las ventanas, pero en este caso, los volvía débiles a mis habilidosas manos. Retorcí un par de alambres y me abrí paso al interior.

Camine pegado a las pareces para evitar que las maderas podridas del suelo crujiesen, con la destreza de un gato avance hasta la biblioteca. Ante mi, un millar de tomos carcomidos por la edad se mostraban lugrubes, apenas llegaba luz de la luna en el exterior. Me vi obligado a prender una diminuta vela, con cuidado y ocultando en la medida de lo posible la luz con mi otra mano y mi cuerpo busque los libros que debía sustraer. Curiosamente, estaban perfectamente conservados, los deposite en mi mochila, apagué la luz y salí de allí.
Para que la ventana quedase bien cerrada me vi obligado a reparar levemente el mecanismo. Por si os plateabais que sucedió.

Habiendo concluido mi primer objetivo me encamine a la mansión en si misma. Esto seria algo más complejo, se veía luz en varias ventanas y dado que no era muy tarde , pues quería irme bajo el abrigo de la noche, aun quedaría algo del servicio despierto.

Dado que esto no suponía un gran inconveniente para mis habilidades cruce cual sigilosa sombra el jardín, valiendome como único apoyo de las bisagras de las contras de las ventanas del primer piso, alcance una ventana entre abierta del segundo. Me sostuve con una mano mientras miraba por un espejo el interior y cuando estuve seguro de que no había nadie, me deslice sin realizar el más mínimo ruido.

Una vez dentro, camine cauteloso hasta la puerta, pegue la oreja para poder escuchar lo que rondase cerca. Unos pasos lentos pasaban cerca, alejándose, me concentre en aquel sonido. Las pisadas denotan mucho de la actitud de alguien. Aquellas eran lentas, arrastrando los pies, no eran rítmicas, hacían leves paradas. Como si le doliese algo, siguió hasta una puerta, aquellas bisagras estaban mal engrasadas. Deje que pasaran uno instantes y salí de la habitación al pasillo.

Este no estaba iluminado, la oscuridad era prácticamente total, salvo por un tenue haz de luz que se escapaba bajo la puerta, supuse, por donde se fueron los pasos. Fui hasta allí y mire por la cerradura. Una muchacha joven, no debía sobre pasar las catorce primaveras, escribía afanada en una mesa, la estancia estaba apenas iluminada por una vela que crepitaba cerca de la joven.

Pensé en esconderme hasta que se durmiese, pero unos pesados pasos me sacaron de mi ensimismamiento, eran fuertes, decididos y rápidos. Al fondo del pasillo comenzaba a verse la luz de una lampara de aceite. Tome aire, contuve la respiración y presione el pestillo de la puerta que tenia frente a mi, deslice la hoja de madera unas pulgadas y pase metiendo barriga. Por fortuna lo osado de mi acción no perturbo a la mujer. Luego cerré la puerta con sumo cuidado.

Estaba tras la joven, una larga melena dorada caía por su espalda, era perfectamente rizada, parecía una muñeca de porcelana con aquel camisón. Se detuvo para mirar por la ventana y suspiró, cuando iba a retomar la escritura los pasos se hicieron más evidentes, se sobre saltó y torpemente comenzó a recoger los útiles de escritura. Yo rodé bajo una cama cercana. A ella no le iba a dar tiempo a recoger, el tintero callo de sus manos empapando la mesa y el suelo. En ese momento la puerta se abrió, un halo de luz inundo la estancia, la joven se volvió y pude ver su rostro marcado, reflejaba la más pura esencia del terror.

Ese terror visceral que sienten los indefensos, ese terror que siente el campesino cuando los muertos caminan por sus tierras, ese terror que siente el torturado cuando comprende que da igual lo que diga. Esa esencia que acaba con la fe, el valor y la determinación. Nunca podre olvidar su expresión, dado mi oficio, e asesinado, torturado, mentido, extorsionado. Pero nunca provoqué tal reacción en nadie. Aquéllo era de una pureza desmedida.

Los pasos entraron, era un varón, alto y robusto, vestía unos pesados ropajes de noble. Cruzaron la sala como una exalación, sin mediar palabra cruzo el rostro de la joven, esta calló de rodillas. En su delicada mejilla se había abierto una herida. No contento con esto el hombre propino una potente patada a la muchacha, esta se derrumbo y quedo tendida en el suelo, su rostro, su melena se impregnaron de tinta, un par de lagrimas corrían por sus carrillos. Su mirada se cruzó con la mía, pero un par de puntapiés castigaron su vientre. “maldita ramera, perder así la dignidad” grito el hombre “y por encima violar a esa mujer, con lo bien que sirvió a la familia” otra patada castigo a la mujer. Esta vomito sangre, su cara era una de las mayores expresiones de sufrimiento que e visto. Vocalizo un “ayudame”, hacerlo supondría mi fracaso en la misión. Permanecí quieto, mientras le asestaban una brutal paliza a la joven, no contento con ello. Para educarla, como decía, violó sus intimidades con un palo, en una ocasión la pobre perdió el sentido. El paró hasta que la hubo despejado y reanudo. Aquello era horrible, os juro que ni cuando camine por el infierno vi tal atrocidad. Aquel día me jure que sería lo más limpio que pudiese en mi oficio.

No contento con ello, cuando hubo terminado, y la joven calló al suelo decrepita le propino una brutal patada en la cara, uno de sus dientes, rodó por el suelo hasta donde me ocultaba, estaba partido por la mitad. Me sudaban las palmas de las manos dentro de los guantes, no me había dado cuenta, pero aferraba con fuerza la empuñadura de mi espada. Finalmente le escupió y salio de la habitación con un fuerte portazo. Pasó la llave y se alejo por el pasillo.

Salí de mi escondite, caminé hasta la mesa y tome el libro que allí había, era el diario. Rebusque en mi zurrón y saque un vial con una poción, cerraba las heridas más superficiales, pero aliviaría algo de su dolor. Hinqué la rodilla a su lado. “bebela, te aliviará”. Cuando la ultima gota se deslizó por su garganta me erguí mientras guardaba el vial vacío. “Sacame de aquí, por favor” sollozó la chica. “no puedo”, respondí dirigiéndome a la ventana. En mi trabajo, uno no puede tener sentimientos. “Si lo quieres muerto, ve a Melifer, en cinco días en la plaza a media tarde, viste de verde, yo me encargare del resto”. Luego me descolgué por la ventana y salte el muro. Invisible al abrigo de la noche huí de aquel lugar.

En pocos días cruzaba las puertas de la mansión de Lord Thunder, mantuve con el una larga conversación sobre temas superfluos, cogí mi botín y al quinto día espere a la joven.

Supongo que querréis que os cuente que pasó, pero hoy ya es tarde, así que continuare mi redacción mañana. Os aseguro que no os defraudara lo que os cuente.


Espero que no os dejase indiferentes, en todo caso, comentadme que os a parecido.

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jueves, 16 de abril de 2009

La herencia perdida VIII

Bueno, aunque no mucho, algo e escrito en semana santa. Y si a sido en Lagrimas de Neon. Gracias a todos por participar en la encuesta, menos a Teodrak, que voto 2 veces en que lo dejase ¬¬.

Día 7

Durmiendo apaciblemente y abrazados los cogió el día hasta que éste estuvo bien entrado. Con la caricia de la brisa del medio día Grimor entreabrió los ojos, por cómo incidía la luz del sol, debían de pasar unas horas del medio día, por eso y por cómo rugían sus tripas de hambre. Se escabulló de los brazos de su amante para deslizarse hasta la cocina donde preparó algo para desayunar. Miró a su alrededor y no vio nada que pudiera darle un toque más pasteloso al aspecto del desayuno, así que colocó con cuidado los platos y salió a la calle a por una flor. Sabía que ese tipo de tonterías les gustaban a las mujeres, pero no tardó en arrepentirse: Primero porque la puerta se cerró tras él haciendo mucho ruido, segundo por estar descalzo, tercero porque no tenía dinero y cuarto porque los adoquines de la calle hervían, además por la ubicación de la calle el sol caía a plomo por toda ella. Así que corrió dando brincos en círculo mientras buscaba alguna piedrecilla para tirar a la ventana entreabierta.

Cuando cogió una la lanzó con gran precisión, con la suficiente como para darle en la cara a su compañera, que había asomado a la ventana al oír el portazo.
-Upz… ezto… yo…
-Duele sabes, casi me das en un ojo. ¿Qué haces ahí fuera?
-Zi me abrez te lo explicaré todo con detalle. Pero déjame entrar.
La puerta de la casa se abrió, a lo cual Grimor entró a la carrera hasta lo primero que vio que le sirviera de asiento. Allí y entre soplidos a las plantas de los pies, relató:
-Zalí a por una flor para darte loz buenoz díaz, pero resulta que me dejé el dinero y el calzado dentro…
La mujer rompió a reír.
-Claro y para compensarlo me apedreas la cara. Estás hecho todo un seductor… seguro que a la segunda pedrada no se te resisten.
-JOOO, yo no zoy malo. Zólo dezcuidado.
-Bueno, creo que hoy no me regalarás una flor. Ya me has alagado bastante con la piedra en la frente. Sólo me pregunto qué harás si tienes que regalar algo más voluminoso. A ti los amigos no te invitan a los cumpleaños, ¿verdad?
-Puez la verdad zí… y miz regaloz zon ziempre bien rezibidoz
-Rezaré para que no me regales un carro.- dijo mientras le echaba la lengua.
-Bueno, pero preparé el desayuno.
-¡Qué corte!, hasta me acostumbraría.
-Puez no veo que sea para tanto.

Tras un dilatado y pasteloso desayuno, Grimor se vistió para salir en busca de sus otros compañeros de aventuras. Se suponía que hoy era el último día que necesitaba Al´elthanor para sus hechizos, por eso pasó primero por la casa de éste para ponerse su armadura y demás pertrechos. En cuanto cargó al hombro el espadón un insufrible punzón psíquico se le clavó en la mente haciéndole hincar la rodilla en el piso.

-¡Sucio bastardo! ¡¿Acaso crees que este es el comportamiento de un noble?! ¡Deberías estar de camino al trono, no en esta maldita ciudad humana! ¿Y qué es eso de dejar tus bártulos en casa de un desconocido, emborracharse, mujeres… ? ¡¿Acaso crees que puedes hacer lo que se te antoje?!
Grimor aferró con fuerza su capa de protección para sacar las fuerzas necesarias para expulsar la aguja de su mente.
-No soy un bastardo, no soy un noble, estoy de camino, Al´elthanor es mi amigo. Bebo porque me gusta, disfruto de las mujeres porque me place. Y por supuesto que puedo hacer lo que me plazca. Nací libre y así pienso morir y ni tú ni el diablo que te forjó conseguiréis que esto cambie. Haré lo que quiera cuando quiera.- dijo mientras se alzaba arrogante lanzando una furibunda mirada al arma. Ésta brillaba tenuemente con un apagado granate, sobre su filo negro brillante las almas atrapadas dentro revoloteaban atormentadas. En los zafiros de la guarda había veces en las que se percibía la profunda mirada de alguien extremadamente poderoso, que dotaba de conciencia al arma. Su funesta empuñadura envuelta con unas férreas tiras de cuero que apenas conseguían retener una maldad que hendía las manos con sólo sostenerla, estaba coronada por un rubí tan oscuro que parecía una gran gota de sangre.
-No siempre tendrás esa capa para protegerte… algún día estarás indefenso.
Rugió el poderoso vozarrón, seguido como siempre de los susurros inteligibles de un centenar de voces.
-Un día sabré como destruirte sin liberar semejante cantidad de almas malignas.- gruñó, sosteniendo la enigmática mirada que se formaba en la amatista.

Tras pertrecharse, salió a buscar a Sebastián y Eleina. Caminaba furioso, abriéndose paso entre la multitud sin un atisbo de delicadeza, continuó así asta alcanzar la posada donde la había encontrado unos días atrás. Esperó de pie y malencarado a que ésta terminara su función, luego caminó hasta ella para decir tajantemente que debían prepararse y equiparse. Así que él iría a por los materiales acordados mientras ella conseguía una cantidad de provisiones. También esperaba que Sebastián hubiera conseguido los caballos. Aprovechó la ocasión para comunicar la presencia de un nuevo miembro en el grupo. Luego entregó el dinero prometido a Eleina y se marchó a recoger a la mujer orco, que seguía sin recordar su nombre, para que lo acompañara por el mercado como había prometido la noche anterior.

Cuando hubo acabado se reunió con todo el grupo en la casa de Al´elthanor. Llegado el momento se limitó a nombrar a los otros miembros del grupo con la esperanza de que así al fin descubriese el nombre de la mujer.
-Bien y éze ez Sebastián. Será el clérigo del grupo.
La mujer orca sonrió con amabilidad y añadió:
-Bueno, ya que no os lo ha dicho, mi nombre es Draxorda Leignat, pero podéis llamarme Drax. También deciros que soy una modesta cazadora, así que podré cumplir con la tarea de exploradora. Además de una buena geógrafa, sólo que apenas tengo experiencia más allá de haber cazado un puñado de animales, normalmente mis misiones eran de rastreo, o guiar a alguna caravana. Pero bueno, Grimor me dijo que no habría problema en que me uniera.
Se sorprendió al ver las caras de sorpresa cuando dijo esto, pero las posibles críticas fueron acalladas por una penetrante mirada de Grimor.
-Bien, mi amigo, eztá todo lizto. ¿Haz acabado con lo que teníaz entre manoz?
-Sí, y tendrás que acompañarme a un mal lugar. Yo me he preparado para esa gesta.
-De acuerdo, elloz terminan de empaquetar todo y ze van conociendo mientras.
-No tardéis, que debemos estar descansados para mañana.- añadió Eleina.

Los hombres recorrieron las calles medio vacías de la tarde noche, recorrieron como el rayo la ciudad hasta llegar, ya con la noche bien entrada, a un oscuro callejón de un buen barrio.
-Aquí es. Mis investigaciones dicen que está en el tercer piso.
Grimor no dijo nada y reventó con algo de cuidado la cerradura de la puerta con su daga. Luego empuñó su gran hacha. Este enorme hacha lo consiguió en uno de sus viajes interdimensionales al combatir contra una poderosa demonio, ayudado por un enjuto caballero que falleció al derrotar al súcubo de enorme poder. Las últimas palabras del hombre fueron que empuñara su arma para continuar con su buena causa. La había bautizado ragnarok, un nombre un tanto recurrido, pero hasta la fecha le había servido bien. Pero en esta ocasión se quería beneficiar de una de sus aptitudes que hacía que muchos ataques bien dirigidos fueran fallados. En la oscuridad un manto de sombras lo envolvía, si era la maleza, estas sombras pasaban a ser hojas, y así sucesivamente.

La pareja caminó en silencio mientras se dirigían a las escaleras que los llevarían al piso superior. Cuando llegaron a las escaleras y pisaron el primer escalón éste crujió ruidosamente seguido de un fuerte grito.
-Es un trampa mágica, se han alertado.
Dijo Al´elthanor. Casi en ese instante entraron en la instancia un puñado de hombres armados que rodearon a la pareja. En lo alto de la escalera se dejó ver la silueta imponente de un hombre, que caminó hacia la tenue luz que ahora inundaba el piso inferior. Era alto y de buena constitución, llevaba el pelo corto y una frondosa barba, vestido con una túnica de colores oscuros que arrastraba levemente por el suelo.
-Al´elthanor, ¿pensabas que tus hechizos de adivinación no serían detectados, acaso? Juraría que te prohibí tajantemente acercarte a mí y mis relaciones.
La pareja se colocó espalda con espalda mientras giraban lentamente para controlar a todos los asaltantes.
-Martin, ¿acaso crees que permitiría que salieses indemne de tus actos?
-¿Y qué piensas hacer… darme una reprimenda?
-Justicia, asesino.
-¡Matadlos!- gritó el humano, para acto seguido comenzar a conjurar.
Grimor descargó un potente golpe al primer asaltante que cercenó su brazo derecho y se hundió entre sus costillas hasta más allá de la mitad de su tronco; con un rápido movimiento de sus manos el arma dio un giro en el aire y fue a enterrarse en el cráneo del segundo asaltante, para luego hacer girar el arma sobre su cabeza y cortar las piernas de otros dos de los asaltantes y encararse a los otros cuatro hombres restantes.

Un rayo mágico atravesó el torso de Grimor, que gruñó de dolor, Al´elthanor conjuró una llamarada que no dejó lugar a esquivas por parte de Martin, y los otros cuatro asaltantes se abalanzaron sobre Grimor para derribarlo. Éste los detuvo con firmeza y derribó a uno de ellos, para esparcir sus sesos por el suelo de un potente pisotón que hizo retumbar el suelo; luego descargó un hachazo en el pecho del siguiente haciendo volar sus dos mitades a una esquina e impulsándose para placar al tercero, empotrándolo contra una pared. Los huesos del cuerpo del hombre crujieron y se rompieron mientras su boca se encharcaba de sangre. Con su brazo agarró al último asaltante y lanzó un cabezazo que destrozó su tabique nasal haciéndolo trastabillar hacia atrás.

Martin volvió a conjurar y formó ante él una burbuja de energía. Al´elthanor respondió conjurando un hechizo para hacerla desaparecer. Grimor alzó su hacha y seccionó una de las traviesas que mantenían el segundo piso y las escaleras provocando que este se desplomase sobre el aturdido asaltante y haciendo perder el equilibrio a Martin. Al´elthanor lanzó un hechizo que derribó por completo al mago, haciéndolo caer a los pies de Grimor, a lo cual éste añadió un contundente puñetazo que sacudió la mente del mago.

Al´elthanor, cogiendo un ónice, convocó una espada de la nada. Luego caminó hasta Martin.
-¿Dónde está retenida?
-Vas mal encaminado si esperas que te lo diga.
-Tu alma a cambio de la suya… es un trato justo.- dijo mientras hundía hasta la empuñadura el filo, a la vez que lo miraba con odio a los ojos. Eran el reflejo del miedo y dolor, se podía oír el gemir de su alma al ser arrancada de su carcasa mortal. Cuando ésta termino de salir el cuerpo de su enemigo se apergaminó en un lento y desgarrador gemido. Ahora en la mano de Al´elthanor se hallaba un brillante ónice.

-Vamos, debe de estar en el piso de arriba…- dijo mientras trepaba por las maltrechas escaleras.
El tercer piso gozaba de mejor salud, así que pudieron caminar con seguridad. El rostro del elfo reflejaba la furia desatada con los ojos inyectados en sangre y el pulso disparado; una delicada vena se hinchaba en su sien. Cuando entró en el cuarto del mago no pudo retener un grito de dolor. Allí, sobre la mesa una extraña máquina adornada con una miríada de ónices refulgía.
-¡Por los dioses! ¿Qué desalmado podría condenar a esto a tantas personas?- dijo el mago elfo mientras examinaba el artefacto con cuidado. Era obvio que no se debían arrancar las gemas o acarrearían la destrucción del alma encerrada.
-Grimor, esto es terrible. No sé cómo detenerla y lo más seguro es que consuma lentamente las almas encerradas. ¿Qué puedo hacer?- sollozó cayendo de rodillas, mientras miraba a su amigo con los ojos empapados en lágrimas.

Grimor se aproximó al artefacto, lo observó, recogió el ónice de las manos de Al´elthanor y lo ajustó en una ranura libre de la maquina.
-Paze lo que paze, zi yerraz, al menoz una de las almaz habrá pagado zu merecido. Ahora levántate, coge este trasto y detenlo. Tiene que haber planoz o algo azí por aquí.
Profirió completamente asentimental, luego se giró y comenzó a buscar entre los volúmenes de las paredes algo que pudiera ser lo mencionado. Al´elthanor se incorporo apenado y comenzó a tejer un hechizo de adivinación. Al poco se dirigió a un estante, tiró los libros que allí había al suelo y abrió un doble fondo. Extrajo los papeles y comenzó su estudio. Pulsó una de las gemas y la máquina pareció detenerse.
-Este artefacto consumía las almas de criaturas vivas para prolongar la vida del que luego las devorase.

Siguió con cuidado extrayendo los ónices según indicaba el plano. Se giró y añadió:
-Destrúyelos, eso liberara las almas encerradas. Luego iremos al templo, allí un clérigo tendrá que comunicarse con estos espíritus, para confirmar que han sido liberados… a menos con el de mi amada.
Cuando decía esto, las lágrimas recorrían sus mejillas nublando su vista. Grimor pulverizó las piedras con un mortero y por cada una que liberaba se oía una leve cacofonía de agradecimiento.

Al acabar con todas fueron al templo. Allí el clérigo intentó una vez más revivir a la mujer elfa. Ante ellos se formó de unos diamantes el cuerpo de una hermosísima mujer elfa, que pareció despertarse de un profundo sueño. Tragando agónicamente aire como si le faltara, tras unos segundos empezó a darse cuenta de donde se encontraba.
-Al´elthanor… ¿Qué ha sucedido?
El elfo le ayudó a sentarse sobre el altar donde se había regenerado el cuerpo mientras la cubría con su capa.
-Vidalia, ahora ya nada. Estás a salvo.
-Recuerdo que me mataron, y haber yacido en un lugar de oscuridad inmóvil.
-Tu alma fue atrapada hará unos meses. Grimor y yo fuimos a recuperarla. Martin quería tu alma para rejuvenecerse.
La mujer sollozó y Al´elthanor la abrazó con fuerza.
-Tranquila, ya pasó todo, ahora estás en buenas manos. Recuerdas que te prometí que te protegería de todo.
Ella asintió
-Pues así ha sido. Además hemos encontrado a tu hija.
-¿Eleina está bien?
-Sí, debería estar en mi casa. No sabe a qué hemos salido, pero no te apetecería verla.
Tras esto caminó junto a ella hasta su casa, donde le dio ropa y comida hasta que recuperó algo de color. Eleina no cabía en su asombro, y más aun cuando se le explicó quien había sido Al´elthanor, tras una dilatada cena de rencuentro todos se retiraron a dormir, con unos nuevos planes. Debían recuperar el equipo Vidalia, que había accedido a unirse al grupo para proteger a su hija, bajo la insistencia del mago elfo.


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lunes, 2 de marzo de 2009

La herencia perdida VII

Ale más Herencia:

Día 6

Esta vez se despertó mucho mejor, con la boca pastosa y la espalda llena de arañazos. A su lado, una atractiva mujer orca dormía placidamente. Uh, mierda, no recuerdo nada, recorrió la mente del semiorco. Dejando salir un “upz” que pareció despertar a la mujer.
-Buenos días campeón, ¿has dormido bien? Porque yo he soñado con los Ángeles y con tu lengua.- dijo mientras le ofrecía sus partes más íntimas como desayuno. -Tienes razón en eso de que no tienes porque mancillarme. Pero empiezo a pensar que no estaría mal que lo hicieras.- añadió arrastrando la cabeza del semiorco a sus partes.

Grimor que no estaba dispuesto a defraudar a nadie y menos en la cama. Se dio un festín con la mujer, que lo arañó mientras gritaba de placer. Cuando hubo acabado, un sinfín de besos y abrazos lo colmaron, permitiéndole volver a dormirse muy orgulloso. Claro que inconsciente de que a las horas se le despertaría para pedirle una tercera vuelta. Lo cual estaba bien para su orgullo pero no para sus ansias de tomar algo más de la mujer.
-Ezto mira, no zé como te zonará pero… haberte hecho eso… como que… en fin, que necesito algo de reciprocidad.
-Vamos, que me vas a mancillar…
-No, pero zi uzaras, laz manoz… en fin, o algo así.
-No, no. Que me mancilles, que no te enteras.
-Yo, ezto…- dijo antes de que se le abalanzara encima y lo usara para descubrir todo lo que se suponía le estaba prohibido. Tras unas agotadoras horas la pareja cayó hecha un ovillo de abrazos y besos. No sabía muy bien de qué habían hablado y porque la mujer no quería ser mancillada. Pero con la cosa llevaban más de medio día sin salir de la cama, con un par de cabezadas, entre sesión y sesión.

Cuando el hambre superó al apetito sexual, comieron algo para reponer fuerzas, que no tardaron en volver a invertir en la pasión, pero esta vez en el suelo de la cocina. Y así siguieron durante toda la tarde. Grimor era plenamente consciente de que, tras todo eso, la mujer se quedaría encinta. O el no era descendiente de Gurzal Bloodfits de los 100 retoños… eso le acarrearía un problema. Y buena cosa, una reina orca para su reino y un heredero. Al fin y al cabo, no se veía capaz de dejar a nadie en tal situación.

Cuando, ya no pudieron más, Grimor concertó una cita para esa noche y se fue corriendo a casa de Al´elthanor Berind´duem Ortheim con la vana esperanza de que hubieran aparecido los otros dos aventureros de los que no tenía ninguna noticia desde hacía dos días. Obviamente no se preocupó de saber nada mas allá del hecho de que no habían dado síntomas de vida desde que salieron aquella noche. Lo cual implicaba que tendría que ponerse a buscarlos, haciendo que estuviese como el día que llegó a la ciudad, con parte, pero no suficiente. Ahora no le preocupaba el retraso, pero tenía entre manos algo más urgente, o al menos que no podía esperar tanto. Así que tras despedirse de su amigo, dejándole tiempo para que continuase con sus hechizos, se fue un rato antes al lugar de la cita. Estaba pletórico, rebosante de energía y absorto del mundo. Era feliz.

Cuando llegó al punto de encuentro no paró de dar vueltas por la plaza, no era muy grande y en su centro se alzaba un obelisco que durante el día debía de proyectar una sombra creando un reloj de sol. Al menos eso se deducía de los números romanos y marcas que estaban en el suelo en un enorme semicírculo. En los soportales se veía a los afanados mercaderes recoger sus mercancías para poder retirarse a dormir. Grimor había estado en ciudades como ésta que tenía una vida nocturna elevada, donde las tabernas no cerraban hasta bien entrada la noche y no había toque de queda en la mayoría de los barrios. Pero conocía lugares en los que las tiendas llegaban a no cerrar en toda la noche, el bullicio de esas ciudades era tal que las criaturas que veían bien en la oscuridad como él, acababan por perder la noción del tiempo y adquirir curiosos horarios que en muchos otros sitios serían tachados de antinaturales. Pero claro, la mitad de su ser era de una raza que habitaba en el interior de las montañas, ¿qué más daba si dormías durante las horas de día que las de noche? Sabía que para los humanos no era así, su otra mitad le hacía tender a ese punto. Pero en los últimos días, estaba viviendo más la noche que el día. Eso también repercutía en su bolsillo, no era el hombre más pobre, pero lo normal en un aventurero de su experiencia era tener como mínimo una mansión con mucho lujo. Él, sin embargo, prefirió gastarlo en ayudar a los que se cruzaban en su camino, viajes por los planos y consejos de sabios que había olvidado con el tiempo… era incorregible. Cuando tenía dinero corría a gastarlo en la primera tontería que se cruzara en su camino. Una buena causa, un capricho, una mujer en apuros. Esta última cosa había sido su mayor debilidad, nunca fue atractivo para ningún canon de belleza.

Era medio humano, pero suficientemente orco como para ser un humano fornido, aunque no lo bastante como para ser un gran orco. Así que para unos era feo y para otros normalito, cosa que tenía que suplir con su encanto personal, que tuvo que mejorar a lo largo de los años, hasta un nivel más que aceptable. Claro que eso sólo hacía que las personas que de entrada le atendieran no tardaran en ignorar su aspecto. Pero tampoco le había dado grandes éxitos amorosos, por otro lado, su mala costumbre de meterse donde no lo llaman y proteger al necesitado le había dado más éxitos que toda la hermosura que pudiera tener un apuesto elfo. Claro que si fuera un elfo seguro que no estaría en medio de esa plaza pensando en como se las apaña para ligar… así que ¿quién sabe?

Salió de su retorcida sucesión de ideas y prestó atención a lo que le rodeaba. Se había quedado solo por completo exceptuando un mercader algo retrasado en su tarea; además no parecía que alguna luz aparte de la del cielo estrellado fuera a bañar ese lugar. Su vista se había acostumbrado, pero tenía un problema, era capaz de ver con claridad en un área de diez metros, a partir de la cual veía gradualmente sombras y más sombras, pero todo eso en blanco y negro. Un mundo de colores al que estaba acostumbrado a la luz del día, se veía sumamente gris por la noche… el día nunca verá el gris de la noche… pensó. La verdad es que su capacidad para ver sin luz le había sido especialmente útil en el pasado. Recordaba una ocasión en la que guió a sus compañeros de aventuras por una intricada cueva porque no tenían otra forma mejor de iluminar el camino. También en otras ocasiones su visión en la oscuridad le había permitido ver a enemigos que confiaban en las sombras para acecharlo. La verdad es que era todo tan diferente.

El último de los mercaderes estaba apunto de recoger una caja de manzanas cuando Grimor se levantó para comprarle una. Así al menos tendría las manos ocupadas mientras seguía esperando. Frotó la manzana con su camisa hasta dejarla limpia y luego sacó su daga para cortarla lentamente en gajos, cada vez que cortaba uno lo pinchaba con la punta de la daga y lo masticaba lentamente. Ahora sí, no había mercaderes rezagados ni un alma en pena, estaba solo. Odiaba esa sensación, no tardaría en empezar a pensar en el pasado y entristecerse hasta el punto de perder las ganas por todo. Gimió y esperó con ansia la llegada de su cita. Cuando ya iba por más de la mitad de la manzana lo último que le apetecía era ver a alguien. En cuestión de minutos su alegría se amustió y pasó a una dolorosa melancolía, separó las pepitas y el rabo del resto de carne de la manzana y tiró el carozo a su espalda, mordisqueando el último pedazo con sus enormes colmillos inferiores que sobresalían de sus labios ostentosamente, se giró para encaminarse a casa… uno vez más, sólo era el amor de una noche.

Pateó una piedrecilla y comenzó a andar pesaroso fuera de allí. Cuando estaba apunto de tomar una de las calles alguien se interpuso en su camino.
-No irías a darme plantón, ¿verdad? No llego tan tarde.
-Lo ziento, ez que penzé que no ibaz a venir.
La mujer orca levantó la cabeza por el mentón de Grimor para que la mirase a los ojos, sonrió plácidamente y lo besó con pasión. Cuando se separaron:
-¿Acaso crees que me iba a desentender de alguien que a supuesto un cambio tan radical en tan poco tiempo? No, tú no te me escapas, y menos te dejo tirado.
Grimor recuperó algo el ánimo y la agarró por la cintura para que la distancia entre ambos fuese mínima al caminar. Dieron un par de vueltas por la ciudad como afirmó la mujer que le había pedido Grimor que hiciesen la noche anterior, además de enseñarle lugares de interés. Como Grimor no lo recordaba, se dejó llevar, pero el mayor problema no era eso, era el nombre de la mujer y porque supuestamente la había mancillado… ¿se referiría a que era virgen? Muy experimentada no le había parecido, pero por otro lado ya era mayor como para serlo. Claro que otro motivo fuera por una fe… él sólo sabía que no le gustaban los dioses que conocía. Parecían todos unos hipócritas pidiendo que vivieses de algún modo, pero sin dar nada a cambio, al menos a algunos, pero como también había clérigos que recibían hechizos sin tener una deidad patrona… o eso tenía entendido. Pues descartaba el detalle de que fuera algo sacado directamente de la energía divina, si no más bien, algo sacado de la fuerza de la fe.
-¿En qué piensas? Llevas un rato callado. ¿Temes que pierda poderes por haber roto mi voto de castidad?
-Humm, algo azí.
-Ya te expliqué que era hasta haber encontrado a alguien a quien no le importara mi ralea. Hasta el momento has sido el único que no me ha criticado por ser orca, o por vivir con humanos. Además, sirvo a una diosa buena.
-Zí, pero no zé.¿ Y zi te haz equivocado y te defraudo?
-¿Qué más dará eso? ya has hecho más que nadie por mi… además, como bien dijiste necesitarás una reina.
Y comenzó a reírse alegremente, miró hacia delante y tiró de él. Grimor se dejó llevar hasta un oscuro soportal donde estuvieron abrazándose un largo rato. Luego siguieron con el paseo nocturno que se dilató bastante, para finamente acabar en casa de ella donde se acostaron hasta que el cansancio y el sueño los derrotaron.


I see U in battle.
Pd: Comentar es gratis.

martes, 17 de febrero de 2009

La herencia perdida VI

Bueno, ya se acabo el "cachondeo" y sigo a lo mio.

Día 5

Grimor se despertó con la cara dolorida así como con un buen puñado de moratones por todo el cuerpo, tenía los nudillos hechos polvo, lo cual tomó como señal de que ganó la pelea… eso sí, no estaba en una cama conocida, se irguió y notó un duro mazazo por parte de la resaca seguido de un fuerte golpe contra el techo de lo que parecía ser una buhardilla. Con unas enormísimas náuseas, mareo y demás dolores se tambaleó por el pasillo de la casa, bajó las escaleras casi de milagro y tras salir del pasillo, vio lo que recordaba como la taberna. Con cara de dolor se acercó a la tabernera.
-Ezto… ¿qué pazó ayer?
-Pues que tras derrotar a media ciudad bebiendo y hacerme ganar una buena cantidad de oro, saliste para volver al poco de rescatar a un par de jovencitas de una panda de asaltadores. Ellas te traían como mejor podían, aun así estabas de pie. Así que tras refrescarte un poco y limpiar tus heridas te pusimos en un cuarto que estaba libre. Bueno, las jóvenes me pidieron que te dijera sus direcciones para que las visitases, y así demostrarte su agradecimiento. Así que eres un héroe.
-Lo zeré, pero la rezaca me matará.- dijo esbozando una tenue sonrisa. Tras esto, apuntó la dirección, salió a la calle donde le esperaba una molestísima luz del medio día y finalmente se arrastró hasta la casa de su amigo el elfo. El cual tardó en parar de reírse cuando le contó lo sucedido la noche anterior, así que en esta ocasión aceptó la cura de su amigo. No tardó en sentirse como nuevo, tras lo cual se aseó y arregló un poco. Su intuición le dictaban que no fuese desarmado, pero no era nada peligroso… aunque si abrillantaba su armadura realzaría su apariencia heroica… así que decidió reflexionar el tema mientras hacía recobrar su brillo azulado a su armadura. Era una armadura de mithril, dividida en piezas que le permitía una gran movilidad, así como lucir su enorme musculatura. Cogió un puñado de plata que tenía guardado, se colgó su amuleto e hizo relucir su gran hacha. Ahora estaba listo, tenía las pintas de muchos paladines. Y si ellos acababan rodeados de mujeres, auque debieran renunciar a ellas por temas de fidelidad, él no tenía a quien ser fiel… y contaba con disfrutar de los encantos de sus rescatadas. Así que se marchó sonriente a la dirección indicada.

Recorrió las calles las calles alegremente, mientras deslumbraba con su presencia a los transeúntes que en otra hora lo miraron con desaprobación, ahora era alguien interesante, un caballero de brillante armadura. Podía caminar con la arrogancia de los ricos y ser mirado como alguien de bien, de hecho, era lo que estaba haciendo. Se sentía realmente importante. Dobló la última esquina y llamó a la puerta de la casa.

Una mujercilla le abrió, y al verlo se le iluminó la cara.
-¡OH! Sí has venido, pesamos que no te dirían nada en la taberna. Pasa, pasa.
Grimor se adentró en la casa y bajó las escaleras la segunda mujer. Eran dos hermanas, bastante poco agraciadas que se deshicieron en halagos y amabilidades. Cuando Grimor dijo no acordarse de nada, las mujeres se apenaron. Pero no tardaron en contarle lo valiente y fuerte que había sido con su comportamiento, que eran cuatro armados con porras y que él los despachó de un par de golpes, aunque ellos se le habían echado encima dándole una buena dosis de golpes. Pero a cada uno de sus puñetazos un villano volaba acompañado de un sonido a roto. Grimor se dejó adular y aceptó la comida del mediodía como agradecimiento, dejó que la sobremesa se alargara hasta bien entrada la tarde y se despidió cuando las mujeres pasaron al ataque con unas ansias por devorarlo.


Asqueado por no haber podido triunfar, y algo frustrado por que su plan no funcionara se encaminó a la taberna. Sabía de sobra que si tenía una pelea, esta vez habría muertos, pero bueno, eso no le preocupaba. Al menos así no sería tan heroico… por no decir que su intuición le había fallado. Tras esto, comenzó a llover con gran generosidad, cosa que hizo que se le quitaran las ganas de ir a la taberna. Así que se arrastró hasta la casa que estaba usando de residencia, para calentarse en la chimenea… que, ¿cómo no?, estaba apagada.

Finalmente se despojó de su armadura que había perdido la cera que había puesto para hacerla brillar, la secó y dejó todo en la habitación para invitados. Su amigo estaba inmerso en una serie de rituales, buscó a los otros dos que se suponían sus compañeros, para no encontrarlos. Harto de no tener a nadie con el que hablar salió por la puerta con un buen puñado de plata, con la intención de no volver hasta haber bebido para olvidar ese día.

Fue a la taberna de la noche anterior, en cuanto cruzó el umbral de la puerta, el tabernero le hizo gestos para que se aproximara mientras le servía una cerveza.
-Ten, invita la casa. Con la noche de ayer, he podido reparar el techo de mi casa.
-En zerio, vaya, no zabía que bebía tanto.
-Más bien conseguiste que la gente bebiera tanto. Entre tu amiga, que puso una buena ración de música, y tú la fiesta duró mucho más de lo previsto.
-Me alegro de haberte ayudado.
-¿Qué tal con las hermanas?
-Puez fui allí, laz vi, me azuzté, fui condezcendiente con ellaz y cuando quizieron algo que no lez iba a dar, me fui educadamente.
El hombre se echó a reír y siguió así mientras atendía a un par de clientes.
-Ayer, incluso tan borracho como ibas, te diste cuenta de la realidad. Pero supongo que tu mente lo habrá olvidado.
-Zí, lo zuponez bien.- dijo antes de dar un largo trago a su cerveza. El tabernero siguió sirviendo a los clientes que entraban a cenar.
-Hoy vienes pronto. La cosa no se pondrá interesante hasta dentro de unas horas, ¿quieres que te ponga algo de comer? Mi mujer está preparando una de sus recetas. Te aseguro que no te arrepentirás.
-Ezo zuena a lo mejor del día.- afirmó mientras ponía un par de piezas de plata en la mano del tabernero.- ¿Azí eztá bien?
-Sí, así será suficiente. Lo que sobra ¿me lo tomo de propina?
Grimor movió la mano haciendo un gesto que denotaba un sí, mientras acababa su cerveza con el segundo trago.

Al poco ante él se puso un plato enorme lleno de verduras, carne y patatas. Olía realmente bien y sabía mejor. Sin duda, lo mejor que le deparó el día. Cuando hubo terminado de comer la expresión de su rostro era muchísimo más alegre. Su visión de la noche cambió cuando los que sólo iban a cenar se fueron y el ambiente se fue caldeando y animando cuando la gente empezó a canturrear y bailar en torno a la chimenea del centro de la estancia. Grimor se unió a la fiesta y entabló una serie de conversaciones con la gente a medida que pasaba la noche, más cerveza había bebido y por lo tanto más borracho iba. Así siguió hasta perder otra vez la memoria. Salvo por un par de retazos, de cuando comenzó a hablar con una mujer. Aun así, poco más recuerda.


I see U in Battle

Reparto.

Bueno, ya con algo mas de tiempo, me e currado a el resto del reparto de Lagrimas, bueno de todos los personajes que tienen un mínimo de peso en la trama.

Como el Negrazo: J.B.



Como el policia: Slater



Como pelo de colores: Adam Parker



Como el netruner: 3rv3r



Como malvado mafioso: Olivier



Como pobre niña indefensa: Zz



Como protagonista: Lucía



Y como invitado de spoiler: ¿¿??



I see U in Battle.

Pd: El 80% de la intención del post es para que Teodrak tenga de que rajar.

lunes, 16 de febrero de 2009

Lucía, más adorable que nunca.

Bueno, trasteando por ahí me encontré un foro donde para generar los avatares recomendaban una pagina.

Avatares chupis que te cagas

Así que cuando termine con el mio:



Me puse a chafullar, no hay pistolas ni motos, pero bueno, creo que capte la esencia de la muchacha. De hecho creo que es super adorable xDD:



Bueno, decidme, ¿Qué os parece Lucia en mini?

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viernes, 23 de enero de 2009

La luna y la daga. III

La caza (II)

Las horas se sucedieron, tiempo que aprovechó para meditar, y recitar en silencio los versos de los ritos de guerra. Así aislaría su consciencia de los horrores que iba a presenciar. Unos sencillos versos, que siempre precedían a la batalla, todo guerrero los conocía. Eran la única defensa frente a los demonios de Korne, de que el alma no fuera arrastrada a la disformidad y corrompida sin vuelta de hoja. Al anochecer, cuando volvió a abrir los ojos, ya solo quedaba el cazador, tomo la espada que tenia sobre su regazo y se deslizó fuera de su escondite.

Cerca de la jaula donde las habían metido dos mon-keigh montaban guardia, pero sus ojos apenas veían en la oscuridad, no como los de los Eldar con un mayor espectro. Trepó de un grácil salto hasta el techo del barracón pegado a la jaula. Se deslizó hasta estar sobre sus cabezas, y se lanzó sobre ellos. El que recibió el impacto hundió el rosto en la nieve embarrada, sosteniéndolo con un pie, el cazador rajo de un tajo el cuello del segundo luego hundió la hoja en el cuello del primero, finalmente entro en el barracón. Allí, amontonadas en un cajón estaban las armas de las hermanas, sus yelmos, sus joyas espirituales. Malditos, sabían que ningún Eldar haría nada arriesgado sin una de ellas, su ultimo deseo sería perder también el alma. Caminó a la puerta que daba a la jaula y destrozó la cerradura de un puntazo. El arma perfectamente forjada y diseñada corto el metal de la puerta como si de mantequilla se tratase, abrió la puerta y hizo una reverencia a las mujeres. Con una demostración de destreza desactivo el arma y su sistema de seguridad, luego se la tendió a su legitima dueña.

La exarca, una mujer mas curtida, de ojos negros y profundos lo examinó, con un gesto de la cabeza hizo a un lado su espesa melena riza. Ahora se podía ver una larga cicatriz en su mejilla derecha. Se levanto y camino hasta estar cerca del hombre.

-Saim-Velnezha Arthen, exarca de las espectros aullantes de Celná, hija de Saim-Brurnit Arthen. ¿Y vos, querido vagabundo?
-Altheniar, escorpión asesino del templo de Nelriek, hijo de la luna y la daga.

La mujer se lamió un diminuto corte en el labio, y camino hacia el cajón. Altheniar se hizo a un lado y cuando las mujeres se hubieron equipado, la exarca se giro hacia el.

-Un guerrero de la senda del escorpión tendría su espada. Pero viendo tu aspecto deduzco que no es así. -La mujer tendió un arma con la empuñadura hacia el -Tomala, nuestra hermana caída no se opondría, y toma su joya espiritual, as de vengarla.
-No es un buen momento.
-Tenemos el factor sorpresa.
-Nos superan en numero y estáis heridas muchas de vosotras.
-Sigo siendo tu superior. -La mujer se acerco hasta el mirándole a los ojos fijamente.
-Yo tu liberador.

Tras unos segundos la mujer cedió con un gesto de la cara.

-Desde luego, noto en tus ojos el cazador.
-Hay poca guardia, con tu ayuda podremos eliminar a los demás y permitir que los espectros escapen al bosque, luego nos reagruparemos en el.
-De acuerdo.



La mujer se giró a sus hermanas y estas asintieron, la exarca se colocó su mascara. Luego ambos salieron por la puerta. Los Eldar dados sus ligeros cuerpos, y gráciles pasos son una raza, veloz y sigilosa. Y sus armaduras acompañan a estas dotes, creadas con hueso espectral se amoldan a los suaves movimientos del guerrero, siendo flexibles como la tela, pero endureciéndose frente a cualquier ataque. Incluso sus armaduras más pesadas, no estorban mucho más que una leve molestia.

Nada más salir se dividieron, con gracia y sigilo acabaron con los seis guardias restantes, incluidos los de las torres. Para ese momento el resto de los espectros ya habían creado una salida con sus espadas y huido por el bosque. La pareja se reunió en la abertura, Altheniar estiro la mano indicando que ella pasara delante, luego salió el. Corrieron hasta el linde del bosque, entonces, uno de los perros comenzó a ladrar y no tardo en dar la voz de alarma.

Apuraron el paso hasta las guerreras y la mujer tomo la palabra.

-Hermanas, debéis huir, dad un rodeo y luego encaminaros al portal warp, el vagabundo y yo os cubriremos la retirada.

Altheniar asintió, como signo de aprobación. Las mujeres se perdieron en la espesura.

-Estas loca, ¿Lo sabes, verdad?
-No, solo soy curiosa. La luna, supongo que te refieres a la media luna, era un símbolo del castigo por imprudencia. Y la daga es por una traición. ¿Me equivoco?
-No.
-Me lo cuentas, o ¿tendré que esperar a que acabe la batalla?
-Si salimos de esta, puede.
-Nos vendría bien un hombre como tu.
-En Saim-Hann seguís con vuestro sistema tribal. Supongo que no destacare tanto.

La mujer asintió y se preparo, la mayor parte de las fuerzas salieron por la puerta principal buscando a ciegas. Solo el comisario, un par de hombres y un perro salieron por la parte de atrás. El perro los olio nada mas salir para salir corriendo hacía ellos detrás los soldados.

El animal en cuanto vio a la mujer se lanzó a por ella, esta respondió descargando un grito potenciado por su mascara. Antes de que pudiera dar un paso más el animal se desplomó sangrando por sus delicados oídos, aturdido y sufriendo terriblemente intentó en vano levantarse. De dos ágiles zancadas la exarca acabo con el sufrimiento innecesario del animal decapitandolo. Al ver esto los dos soldados cargaron contra ella aprovechando su distracción momentánea.

En ese momento Altheniar corrió a interponerse con el comisario. Una vez frente a el, lo saludó con la espada desafiándolo. Este respondió y ambos se pusieron en distancia.

-Veamos de lo que eres capaz. -Dijo el comisario en su Gótico natal.
-¡En guardia! -Respondió Altheniar en el Gótico imperial.

El comisario se afirmó y ambos comenzaron a camiar en círculos, estudiando a su adversario. Apremiado por la retirada Altheniar lanzó un puntazo buscando medir la velocidad de respuesta. El mon-keigh reaccionó con presteza desviando la hoja, acompañó el movimiento con un giro de muñeca para enlazar las armas y avanzó para que el arma probase la carne. El Eldar mantuvo la distancia, añadio un paso lateral para apartarse de la linea de la espada. El comisario retrocedió para no exponerse y cambió a una guardia larga. Altheniar comenzó una segunda finta, ligando las hojas, cuando sintió que comenzaba la contra, dejó que esta impulsase el arma y dio un tajo. Sorprendentemente el comisario reaccionó a tiempo y alzo el arma para bloquear. En el ultimo instante el Eldar redirigió la hoja y trazó una media luna que besó el costado del mon-keigh. Pero esto dejó expuesto a Altheniar, y la respuesta no tardo en llegar en forma de otro tajo, por instinto dio unos pasos hacia atrás, pero aun así, la arcaica arma de energía cortó una larga linea en el pecho del Eldar abriendo también una leve herida. Altheniar se reafirmo y aprovechó la distancia para lanzar una chanza.

-¡Valla! Si corta como un cuchillo de untar el pan.
-Ya es más que la tulla Xeno.

Entonces el mon-keigh pasó al ataque, lanzando dos rápidas puntadas, Altheniar dio un paso atrás y otro en angulo, lanzó la mano al brazo armado de su adversario para aferrarlo, mientras cruzaba las espadas y avanzaba con un paso curvo. Detuvo su hoja frente al rostro del comisario.

-¿Es necesario que acabe con tan magnifico esgrimidor?
-Me reuniré con el emperador.
-Si vives evitaras que muchos buenos hombre se reúnan con el. Le sirves más vivo, que muerto.
-Y a ti por qué había de preocuparte.
-Soy un militar, no un asesino, se que tu no matarías aun enemigo derrotado.

El comisario se sorprendió, momento en que Altheniar lo desarmó. La exarca ya había dado cuenta de los hombres de otro grito y ahora corrían aterrados.

Para cuando el comisario salió de su estupor la pareja de Eldar se había perdido en el bosque, frente a el, estaba su sable clavado de punta en el suelo. Colgando de el, una hermosa runa de plata.

Ambos guerreros corrieron en silencio, hasta alcanzar el portal warp, allí, sin más fuerzas y herido Altheniar se desplomó. Las guerreras rescatadas lo llevaron al interior, en cuanto lo tumbaron en una camilla terminó de perder la consciencia. Ahora el hambre también se aunaba a su dolor.


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