Informe
de operación
Yo,
lady Erika de Azlan, doy fe de que lo aquí contado es cierto, por
tanto ha de ser documentado y archivado para que no se pierda en las
arenas del tiempo, como ordena nuestra Señora del Rubí.
El
motín en la fortaleza Azlan
Tras
un duro asedio en el que se vertieron ríos de sangre tanto de los
aguerridos enorianos como de las pérfidas aberraciones mitad dragón,
mitad humano, los muros de la fortaleza Azlan acabaron por ceder como
lo hace una presa desbordada. Lo siguiente fue casi una década de
calabozos, trabajos forzados, palizas y zulos carentes de luz.
Durante
esos crueles años un dragón rojo llamado Golgathar se autoproclamó
señor de la fortaleza y su mayor recompensa consistía en devorar a
uno de los que allí estábamos en presencia del resto —lo
que,según él, era un gran honor—. A las mujeres les esperaba algo
más atroz si cabe; empleando rituales mágicos Golgathar trató de
fecundarlas para que diesen a luz a nuevas aberraciones, que se
cobraban la vida de la madre al nacer.
Por
fortuna la Diosa Bruja velaba por mí —solo otra mujer podría
comprender la totalidad de lo que se siente en semejante tesitura—
y previno que ese fuese mi destino, lo cual me valió pasar más
tiempo encerrada en los zulos carentes de luz. Con el paso del tiempo
—seguramente encarcelados sin un motivo real— conocí a un
semi-orco llamado Keth que fue mi vecino entre los barrotes durante
aproximadamente ocho (8) años, mucho más tarde atraparon una joven
que responde al nombre de Salazar quien nos acompañó durante dos
(2) años.
Cuando
transcurría el décimo (10º) año de mi encarcelamiento Salazar
logró escabullirse de su celda ayudada por un diablillo —un imp
por lo que he podido averiguar—. Libres de nuestros zulos escapamos
de los calabozos que semejaban abandonados, por allí nos hicimos con
algunas armas y armaduras —espadas mayormente—. Ya pertrechados
dimos muerte a los carceleros que dormían en lo que en otra ocasión
fueron unos barracones.
Nuestro
acero ya había probado la sangre pero debíamos refrenar nuestra sed
de justicia; todavía quedaban prisioneros que rescatar. Amparados
por la noche —las aberraciones semi-dragón no ven en la oscuridad—
logramos soltar y armar a los antiguos soldados de Azlan. Mientras,
con un juego de cuerdas, fuimos evacuando a cuanta gente se pudo.
Pero
nuestra evasión se vio truncada por la aparición de Golgathar,
quien despertó a las aberraciones semi-dragon y les dio la terrible
orden de ejecutar a los prisioneros. Para ese momento yo estaba fuera
de la fortaleza Azlan asegurándome de que los supervivientes
pudiesen esconderse en una arboleda cercada y, por tanto, me fue
imposible reaccionar a tiempo.
Debo
destacar la tenacidad de Salazar, pues permaneció en la fortaleza
apoyando a los antiguos hombres de armas con sus artes arcanas —no
creo que se trate de una hechicera y desde luego no tengo noticia de
que estudie el Arte—. Cuando fuimos conscientes de la situación,
Keth y yo regresamos a la batalla aunque estaba prácticamente
decidida en nuestro favor —aquellos valientes dieron muerte hasta
la última de las aberraciones expulsando así, definitivamente, a
aquellas criaturas de Azlan—.
Arengados
por el sabor de la justicia y la sangre de los enemigos, siete (7) de
nosotros nos encaminamos a la torre del homenaje donde descansaba
Golgathar con la intención de darle muerte. Según pudimos ver al
encararnos con él estaba herido —luego nos enteramos de que había
sido derrotado en otra batalla, de ahí sus abundantes heridas—,
tomamos partido de la situación, aunque con su aliento redujo a
cenizas a tres (3) de los que nos atrevimos a luchar con él.
La
refriega fue encarnizada; aún herido, la criatura poseía una fuerza
colosal y su aliento era capaz de calcinar todo lo que tocase. Pero
la Bruja del Rubí nos concedió esa victoria, tras la cual se nos
recompensó con títulos y posesiones. En mi caso pasé a ser quien
guardaría la fortaleza Azlan en la que he fundado una orden de
caballeros de su mismo nombre en honor a Wee-Jas —siendo esta la
forma en que le agradezco su protección y apoyo—.
Alabada
sea la Señora del Rubí
Lady
Erika de Azlan
PD:
En lo que en su momento fue la bodega nos topamos con los restos de
rituales de alumbramiento fallidos; las criaturas eran deformes medio
humanos, medio aberración. Resolví quemar todo aquello, no quería
dejar posible rastro de semejante ritual y que dañase a alguien más.
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