Yo,
Arem Holf, me comprometo a que todo lo narrado aquí es veraz y, si
algo falta a ello, es
porque he sido víctima de un engaño o mala interpretación de los sucesos.
porque he sido víctima de un engaño o mala interpretación de los sucesos.
Octava
jornada
Al
regreso al fuerte William siguieron dos largos meses de entrenamiento
en los que fui conociendo más a mis compañeros de andanzas; el
Bravo, generoso en las amenazas de muerte, resultó ser el cabecilla
que acabó con el régimen esclavista del Imperio Escarlata —toda
una proeza por lo que paso a utilizar su nombre: Brakar—.
Durante
esos dos meses, Willpath pasó algún que otro momento confuso debido
a la presión a la que estaba sometido, pero su sentido común
prevaleció evitando que cometiese algún error irreparable.
Así
llegó el día en que darían comienzo los juegos por la sucesión.
Consistían en agrupar a los hermanos de cuatro en cuatro y cada uno
de ellos tendría hasta diez hombres bajo su mando; Willpath prefería
ser uno de los que iba a luchar, algo propio de quien tiene madera de
líder.
Nosotros
nos enfrentaríamos a Willem, Willford y Willsor. Lo único
destacable es que uno de ellos se había hecho con la ayuda de un
grupo de magos y caballeros; por lo demás, el resto eran una
amalgama de montaraces y mercenarios. Nuestro grupo lo completaron
algunas espadas de alquiler.
Valiéndonos
de la casa mágica de Willpath nos adelantamos a nuestros rivales
para poner el terreno de nuestro lado. Allí nos hicimos con una
buena posición oculta en un bosque desde la que controlábamos el
terreno por donde se accedía al lugar.
Tras
tratar de arreglar el asunto por la vía diplomática, dividiendo a
nuestros adversarios y formando algún pacto de no agresión, uno de
los ineptos que tiene Willpath por hermano acabo haciendo que
derrotásemos a los dos que habían llegado en cuestión de horas.
Por
fortuna solo hubo que lamentar una baja; eso sí, de un buen guerrero
al que Tyr llamó al Valhalla. Para el día siguiente apareció lo
que quedaba de la comitiva del cuarto hermano. Aquellos magos y
caballeros habían sufrido un duro golpe; al parecer, uno de los
hermanos mayores de Willpath contaba con el apoyo de un afamado
guerrero conocido como el Asesino de Mil Hombres.
Este
individuo, aprovechando la situación y seguido por una fuerza de
fanáticos de su persona, había dado un golpe de estado. La
situación era la propicia, con un gran número de fuerzas
desperdigadas por el condado y con fuerte William desprotegido el
golpe debió resultar realmente sencillo.
Así
fue cómo los cuatro hermanos acordaron repartirse el trabajo.
Willpath dirigiría todas las fuerzas de las que disponíamos hacía
la batalla y sus otros hermanos buscarían la ayuda de la numerosa
familia.
Cuando
regresamos a las inmediaciones de fuerte William la situación era
tensa; habían dado muerte a muchas personas y a los campesinos los
compraban con la promesa de no pagar impuestos.
Brakar
y yo, junto a uno de los mercenarios —al que pasé a llamar el
Asesino de mil piezas de oro— hicimos las labores de exploración.
Quien aceptase la oferta debía firmar con su sangre la adoración al
Asesino de Mil Hombres; no queriendo arriesgar nuestras almas
evitamos adentrarnos más en las filas del enemigo. Esperamos
a la noche para entrar en fuerte William al amparo de las sombras y
allí dimos con un grupo de supervivientes dispuestos a combatir. Con
ese punto de entrada fuimos capaces de hacer entrar a nuestras
fuerzas y descansar unas horas antes de actuar.
Todo
parecía indicar que el padre de Willpath sería ejecutado como punto
final de la ascensión al poder del Asesino de Mil Hombres. Pero para
su desgracia Tyr nos acompañaba; Brakar, quien durante estos dos
meses tuvo tiempo de hacerse a la ciudad durante sus lecciones de
táctica, ideó un plan de rescate.
En
resumen, un grupo rescataría al padre de Willpath mientras el resto
contendría a las fuerzas del Asesino de Mil Hombres. La emboscada
fue un éxito y lo pudimos sacar de allí sin problemas, pero en
medio de aquella refriega estaba aquel líder.
Nath,
fiel a sus votos de paladín, se lanzó a por él; aquello iba contra
el plan pero era su oportunidad de brillar. El Asesino de Mil Hombres
era un oponente formidable que no tardó en herir de gravedad a Nate.
Apoyado por Brakar me lancé a su rescate; parece ser que Tyr tiene
en alta estima a Pelor, pues siempre me coloca en tesitura de salvar
a alguno de los fieles del Sol.
Cuando
cerré las heridas de Nath íbamos a comenzar una retirada antes de
vernos atrapados por el mayor número de las fuerzas del Asesino de
Mil Hombres, pero el paladín es un testarudo insolente que volvió a
la carga. Ignorando la posibilidad de ser rodeados, Brakar y yo
fuimos a por la cabeza del afamado asesino.
Tyr
nos guardó y guió nuestros aceros, pues dimos muerte a aquel que se
proclamaba inmortal, un dios en la tierra. Con la cabeza de este
entre nuestros dedos el pánico corrió entre sus seguidores y con él
nuestra victoria.
Aún
tuvimos que permanecer unos días más en aquellas tierras, pero
Willpath cumplió su palabra ayudándonos a regresar a las nuestras.
La magia de los portales nos llevó al sótano de la gran catedral de
Pelor en Rockaxe y a nosotros a la siempre dispuesta mesa de tío
Dave.
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