jueves, 11 de septiembre de 2014

Espera

            Los cristales estaban empapados por los dos lados, la lluvia y la condensación se repartieron el trabajo como buenas compañeras. Sobre el vaho se dibujaban largas tiras, como lágrimas, cuando una gota se precipitaba a recorrer la vertical. Fuera los rayos del sol se rindieron tratando de atravesar la barrera de humedad y dejaron paso a los neones nocturnos.

            La habitación estaba iluminada por la televisión, la luz bajo la puerta y los cigarrillos. Los cigarrillos, que se habían apretado en las cajetillas, ahora transformados en colillas, se apilaban en un cenicero humeante. Flotando en hielo derretido, una botella vacía dejaba salir el olor a whisky barato que se mezclaba con el del tabaco y sudor del espectador del monitor.

            Un crujido alertó al espectador, adormecido por la bebida. La puerta se abrió inundando la estancia con luz que lo cegó. Se cubrió el rostro con una mano, mientras con su lengua seca balbuceaba algo incomprensible; en la comisura de sus labios se formaron hilos de saliva blanca y en su garganta un gruñido que se transformó en protesta.

            En la puerta se recortó una silueta humana que permaneció allí un buen rato. Mientras, la diferencia de temperaturas entre las dos estancias comenzó a equilibrarse; dejando que el aire circulase por la puerta, la densa humareda se fue disipando. El espectador acabó por apagar el televisor y miró a la silueta mientras sus ojos terminaban de adaptarse a la claridad.

            El silencio se volvió más tenso y el espectador comenzó a perder la calma frente a la silueta. Se puso en pie y tropezó con el vaso vacío del suelo. Fue hasta la ventana para abrirla, el aire frío de la noche le aclaró las ideas. Era la hora, caminó hacia la luz y siguió a la silueta.

1 comentario:

  1. Inquietante! Quizás podría tener continuación, me gustaría saber que le pasa al espectador...

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