martes, 24 de enero de 2012

Asimilard el bastardo, Señor de la capa 369.

Con la calma del que es inmortal el bastardo afianzó sus brazales, eran de un cuero negro inmaculado, solo algunas muescas los perturbaban. En su cara exterior unas densas hileras de afiladas agujas de acero formaban unos alargados rombos que acababan en una tira de tela que cruzaba rodeando su dedo medio, tras esto deslizo en sus diez dedos sendos anillos de plata.

Afianzó sus pantalones con un grueso cinturón y se calzó unas gruesas botas decoradas con cadenas y una fila de pintos vertical. Fue frente a un enorme espejo de cuerpo entero donde se cepillo su larga melena pausadamente.

Por el espejo pudo ver como una de las hermosas mujeres con las que había yacido en la noche anterior despertaba de un sueño innecesario. Esta le dedico una sonrisa lasciva, estiró sus brazos y alas antes de gatear fuera de la enorme cama, una vez fuera camino despacio, descalza hasta su señor. Lo abrazó apoyando su rostro contra su espalda. Sin poder evitarlo su larga y delicada cola envolvió una de las piernas del hombre.

-¿Os e complacido, mi señor? -Pregunto acariciando el pecho del bastardo con una mano perfecta.
-Termina tu. -Sentenció dando el ornamentado cepillo a su concubina.
-Si, mi señor. -Respondió obedeciendo sin rechistar.
-Sois como gatos, no podéis controlar vuestras colas, con una sola mirada hacéis dudar al corazón más mezquino y tras esa hermosa fachada un depredador perfecto espera a que su presa caiga en la trampa. -La voz del bastardo no mostraba tipo alguno de apreció.
-¿Eso os complace? -Preguntó temerosa la sucubo.
-Me gustan los gatos, me gustan las mujeres. -Afiló la mirada dirigiéndola al reflejo de su sierva. -Pero no me follo gatos, aun que me gusta acariciar mujeres. -Sus labios formaron una sonrisa afilada antes de girarse. -Y ademas sabéis como el mejor de los venenos. -Afirmó y la beso con fuerza clavando sus uñas en las nalgas de la mujer.

Sin mediar más palabra tomo su espada y salió mientras se la ajustaba a la cintura. Un gato de pelo corto, de lomo negro y vientre blanco saltó de su cesta para seguirlo fielmente. Cruzó un pasillo escasamente decorado hasta alcanzar unas escaleras por las que subió hasta lo más alto de su fortaleza, allí en la almenara podía ver sus extensos dominios. El gato de un par de gráciles saltos subió a la almena en la que Asimilard se apoyaba.

La vista era magnifica, a sus pies se alzaba imponente la torre del homenaje, cuadrada y austera pero alta y hercúlea. Los muros de su castillo no eran menos, comenzando al borde de un largo abismo que se perdía en las brumas del hielo. Un único puente unía su reino con su hogar, este daba a un largo y escapado camino. Tal era la altura que la sempiterna niebla que cubría todas las llanuras parecía un suave y acolchado manto del que trataban de escapar las copas de afiladas coníferas antes de dar paso a enormes dientes de piedra.

-¿Y por esto mataste a tu hermano? -Pregunto una voz grabe y desagradable.
-No, lo mate porque solo uno podría sobrevivir en sus planes. Y no era yo. Por eso y porque es mejore reinar en el infierno que servir en el cielo. -Respondió sin volverse mientras sus dedos acariciaban al felino.
-¿Sabes que no sera el final? ¿Que tienes enemigos en ambos bandos?
-Se muchas cosas, pero me gusta callar y parecer tonto. Eso y bailar. -Dijo dedicando una mirada que rozaba la ternura al gato, que se frotaba contra sus manos.
-Puede que tu estirpe lo siga, pero hay muchas más, algunas realmente poderosas.
-Demonios, dejalos obrar, ya se extinguirán.
-¿Piensas matarlos a todos? -Inquirió su interlocutor.
-¡No! ¡Son infinitos!
-Eso carece de sentido.
-Como el hablar con el fantasma de un hermano muerto, Tamiel.

1 comentario:

  1. A pesar de ser un ente muy negro,logras hacer un personaje muy atractivo... tiene un encanto animal...me gusta mucho Asimilard ^^

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